Siguiendo con el tema de los límites, dos anécdotas (una graciosa, otra espeluznante) y una reflexión…
Hace unos días mientras Kyara corría por el parque e intentaba subirse al columpio sola, yo que la seguía unos pasos más atrás escuche esta desafortunada conversación: “esa niña se va a caer”. A lo que el interlocutor respondió: “y claro si necesita límites no ves que tiene el vestido al revés!”
Que les puedo contar, claro que lo tiene al revés , porque ella está aprendiendo a vestirse sola y cada prenda que se pone me mira y saltando dice: mira mamá estoy aprendiendo yo solita! Con una sonrisa que te derrite el mundo. Y alguna vez que he tenido la desfachatez de intentar arreglárselo o de sugerirle que lo tiene al revés me dice: mami! Yo aprendo, me gusta así! Fin de la historia que salga de casa como se le antoje. Total, mal que le pese a los transeúntes un vestido al revés no atenta contra la convivencia pacifica y respetuosa, solo contra la uniformidad
Pero más allá del orgullo de madre, yo me pregunto: que tiene que ver la posibilidad de que se caiga de un columpio, con llevar el vestido al revés y con la necesidad de límites. Desde luego cualquier excusa es buena para limitar a un niñ@. En todo caso que digan que desatendida que tengo a la niña que la dejo subirse a un columpio a riesgo de que se caiga y que ni me di cuenta que le puse el vestido al revés.
La anécdota espeluznante: a través de Madre Reciente de Me crecen los enanos me enteré de esta noticia. En si misma, la noticia es de terror, el video peor aún, pero lo que me dejó helada fue la cantidad de comentarios que legitiman el “cachete a tiempo” que hablan de la necesidad de dar golpe(citos¿?) a los niñ@s bajo tres grandes razones: la primera, que eso no es ni violencia, ni maltrato, es educar (se me revuelven las entrañas); segunda, que los niñ@s chicos no razonan, con lo cual a un bebe de 1 año y medio solo nos quedar pegarle para que entienda! Tercera, los niñ@s necesitan límites claros porque si no luego andan por ahí haciendo su santa voluntad.
Falso! En todo caso quienes necesitamos límites somos nosotros los adultos que vamos avasallando a l@s niñ@s, legitimando nuestra violencia, que nos consideramos lo suficientemente importantes como para supeditar la vida de ell@s a nuestras arbitrariedades y deseos, que somos los suficientemente soberbios y arrogantes como para decir “tus necesidades no son importantes, lloras por nada, te quejas de todo” , que seguimos creyendo “que la letra con sangre entra” y que educar, golpear, maltratar, insultar son sinónimos. Límites necesitamos nosotros que violentamos a quienes amamos, que destruimos a quienes dependen de nosotros y que además creen en nosotros y nos aman a pesar nuestro. A raya deberían mantenernos a nosotros que transmitimos con el ejemplo esta forma violenta de criar, esta confusión entre tener un hijo (como una posesión más) y moldearlo a nuestra imagen y semejanza o criar un ser humano en el respeto, amor, reconocimiento y responsabilidad por su humanidad
Por supuesto todo debe mirarse en perspectiva, estos adultos que hoy somos, ayer fueron niños limitados y de alguna manera lo seguimos siendo, vidas mutiladas en honor a los límites, las buenas costumbres y la idea que “el fin justifica los medios”. Y como es vital ir saliéndonos de la lógica victima-victimario, no se trata de señalarnos culpables, pero si responsables, porque ahora los padres somos nosotros, tenemos la posta para transformar y transformarnos, para cortar la cadena de desamparo y dejar de transmitir la creencia que un “cachete a tiempo” salva una vida.
Los niños necesitan respaldo para crecer y desarrollarse; necesitan habitar un universo seguro que les permita volar con libertad, descubrir el mundo y descubrirse a si mism@s. Es claro que no podemos dejarlos en situaciones que atenten contra su seguridad ni contra la de ninguna otra vida, no soy tan inocente como para creer que no existen ciertas reglas de juego sin las cuales pueden dañarse o dañar a otros y su crecimiento y desarrollo se verían frustrados.
Pero dar respaldo y poner límites son dos cosas muy distintas y para mi la diferencia es un error de concepto que le abre la puerta a la violencia. Limitar es un verbo que en si trae la idea de coartar, restringir, condicionar, reducir, obstaculizar, reprimir... suena terrible no? Pues es increíble la cantidad de veces al día que decimos: “este niñ@ necesita límites o “yo si le pongo los límites muy claros”. No nos engañemos, es un verbo militarista, que justifica la existencia de jerarquías y la sumisión. Respaldar por otro lado, nos compromete con ese otr@, nos pone del mismo lado, nos hace responsables de su bienestar. Es un verbo que habla desde la conciencia y el amor.
Desde la premisa de generar para ell@s un entorno amoroso, seguro, propositivo apelaremos a formas y maneras coherentes con esa idea, sin embargo desde la idea de limitarlos aunque sea con un elevado fin estaremos validando el uso de la fuerza y la violencia.
Es sencillo se trata de cambiar el punto de origen (limitar-respaldar) para transformar el desenlace.