Revista Opinión

“Los llantos de la tierra nicaragüense son ecos en el mundo al perder un hijo”

Publicado el 02 marzo 2020 por Carlosgu82

 
“Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más”

Esta entrada es una de uno de los poemas más agraciado que emanaron los pensamientos del señor Ernesto Cardenal, poeta, sacerdote, humanista y revolucionario nicaragüense, que nos abandonó en el juego de la vida, este domingo primero de marzo por la mañana.

Fue unos de los hombres más controvertidos por parte de iglesia católica en épocas del Papa Juan Pablo II, por ser parte del movimiento Sandinista; Frente Sandinista de Liberación Nacional para derrocar el régimen de Somoza. Y por promulgar la teología de la liberación. Una imagen histórica, fue la visita del Papa Juan Pablo II, en Nicaragua el año 1983, en donde el pontífice repudio en frente de las cámaras de televisión internacionales, a Cardenal, mientras que el poeta se encontraba apoyado con sus rodillas sobre el asfalto de la pista del aeropuerto.

  • “Usted debe regularizar su situación” – le remarcó el Papa al poeta, mientras que lo señalaba con su índice, por el hecho de que había dejado muy bien en claro de que, los sacerdotes no podían obtener cargos políticos.

El repudio del Papa, no se quedó solamente en denigrar lo frente las cámaras, sino que también optó por expulsar al poeta Cardenal del sacerdocio, por el simple hecho de formar parte de la citada teología que tanto abogaba por ayudar a los más pobres de la sociedad, terminar con la explotación de los seres humanos, por la falta de oportunidades de crecimiento social y por la total falta de justicia en América Latina.

El poeta nicaragüense, fue uno de los más icónicos en la lucha contra la dictadura del señor Anastasio Somoza, después de volver de su gira por Europa en el año 1.954.  Tras el duro fracaso del golpe de estado por parte de los revolucionarios nicaragüenses, el poeta Cardenal se dirigió hacia EEUU, para ser parte de una abadía en la ciudad de Kentucky, en donde estuvo aproximadamente unos dos años dentro del templo, para después dirigirse hacia México nuevamente y comenzar sus estudios en teología, en la ciudad de Cuernavaca.

Tuvo una infancia de sueños, por ser parte de una de las familias más acomodada de Nicaragua, mantuvo sus estudios en escuelas privadas de Managua y luego continuó la universidad en la ciudad de México, para después concluirlo en Nueva York.

En el año 1.965, fue consagrado como sacerdote en Managua y, posteriormente, inauguró una iglesia cristiana en una de las islas del archipiélago Solentiname, donde dio la vida a su libro; “El evangelio de Solentiname”. Pero el sacerdote jamás olvidó de sus ideologías revolucionarias, por sus dichos en sus últimos días de vida: “la revolución también significa crear un mundo para Dios”. Después de obtener una mejora estando en el hospital, el poeta lleno de letras su pequeño cuaderno, uniéndolas para después formar frases que se convirtieron en sus últimos trabajos literarios de poesía, dejándonos una hermosa compilación de más de 1.200 páginas en su último libro, que con su peculiar barba blanco, se introduce dentro de nuestros pensamientos y se convierte en una imagen perfectamente palpable en nuestras memorias.

Señor Ernesto Cardenal; espero que dónde se encuentre usted ahora, haya muchísimas hojas en blanco, para que sus palabras se empernen en ellas y de esa forma  las utilicen para adornar las paredes de la entrada del paraíso.


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