Los que me conocéis de tiempo sabéis que soy bastante caótica, que no se muy bien nunca cuantos libros leo, que todos los años se me quedan unos cuantos por reseñar, y que siempre digo que algún día os contaré mis impresiones y que sin embargo, este nunca llega. Ahora mismo al lado de mi mesa hay una pila de libros esperando a ser diseccionados o como poco compartidos, unos llevaban muchos años en mi estantería otros unos meses o tan solo unos días, solo mirarlos me da una pereza impresionante, tener que consultar notas, y refrescar impresiones con algunos de los textos marcados.
Quizá esa pereza me haga comenzar por el último que he terminado, por el que tengo las impresiones más recientes, a flor de piel, aunque puede ser que sea el que menos os pueda interesar a vosotros como lectores. Cuando me ofrecieron leer el libro, tuve sensaciones contradictorias, por un lado me apetecía ver el enfoque que se le podía dar al tema, por otro se que la temática no es la que más os gusta y que este año con el boom de marras le he dedicado demasiada atención, pero también lo he hecho con la novela negra y nadie se ha rasgado las vestiduras.
Si hay algo que había empezado a saturarme de las novelas eróticas actuales es que a la mujer se la trata como un simple objeto, siempre o casi siempre es la dominada, la que cae bajo los influjos del macho alfa, que por más que sea un bombón no tiene porque tenerla siempre subyugada, me apetecía ver el caso contrario el de una domina, o un Ama, el de esa mujer que puede jugar a su antojo y Paula Soler me lo estaba ofreciendo en bandeja y me dije ¿porque no probar?
Os adelanto que el libro me ha gustado, aunque también se que no pasará a los anales de la literatura, sin embargo cumple su función, entretiene, y no atenta contra el buen gusto ni contra las reglas ortográficas y gramaticales, vamos que no se dedica a patear a la Real Academia de la Lengua.
La autor@
Si la novela erótica está viviendo un boom, también lo están haciendo los seudónimos tras los que se esconden algunos autores, aunque no se muy bien porque eligen esta formula, si puedo decir que a mi me desconcierta, porque si fuera capaz de pergeñar una historia estaría tan orgullosa de ella que me gustaría firmarla, presentarla en sociedad, y dar la cara por ella independientemente del resultado final.
Paula Soler es el seudónimo tras el que se esconde un periodista barcelonesa de 35 años, y esa es la poca información que he podido recabar sobre la autora.
Argumento:
Irene y David, se encuentran en el paseo marítimo de San Sebastian, el mar encrespado se mezcla con sus pensamientos igual de funestos. Después de una copa se despiden conscientes de que no volverán a verse, y en el caso de David seguro de que Irene le ha mentido.
Irene es una mujer segura de sí misma, una empresaria de éxito con unos gustos sexuales un tanto especiales, le gusta dominar a los hombres. Su posición social hace que tenga que ser muy discreta, y sus sumisos también tienen mucho que perder.
David es un abogado que empieza a tener fama, su vida no siempre ha sido fácil, y desde bien joven ha tenido que luchar, ahora se encuentra a dos meses de su boda con Olga una mujer perfecta para él, y sin embargo las dudas le invaden.
Las vidas de Irene y David empiezan a tambalearse a partir de un segundo encuentro, que comprometerá sus futuros y les obligará a tomar decisiones.
Impresiones :
Nunca me ha atraído el BDSM, y después de leer unas cuantas novelas, no puedo decir que sea una eminencia en el tema, pero se bastante más que antes de acercarme a ellas. También es verdad que aunque ya Grey nos deja entrever que también hay féminas que los tienen bien puestos, la literatura siempre nos ha presentado bombones atormentados, hombres oscuros, que han decido practicar sexo duro, desdeñando el sexo vainilla...
¿Y que pasa con ellas, con el mal llamado sexo débil, no tienen ellas derecho a escoger y a dominar al hombre que elija ese tipo de vida? Sin duda Paula Soler ha abierto una nueva vía por la que seguro que más de un autor intentará vendernos más novela erótica sin siquiera informarse de que el género no solo es sexo, ni tampoco relaciones amorosas... es decir no se trata de vender como eróticas novelas picantonas, o subidas de tono.
A favor de Paula Soler diré que ha roto un poco los esquemas, porque no nos encontramos ante una novela romántica y no lo es porque se queda muy corta, no pretende hablarnos de la relación amorosa de los protagonistas, y aunque en algún momento podría haber tirado por ese camino no lo hace. Pero como novela erótica también es muy light, sobre todo porque Irene no es una domina que disfrute haciendo daño a sus sumisos, utiliza el dolor como corrector, para hacerse obedecer y respetar, no practica la dominación para humillar, ni utiliza los insultos, simplemente doblega a quienes se someten a su dominio y en ocasiones lo hace de forma muy sutil.
La autora utiliza en todo momento un lenguaje correcto, no encontraremos ninguna palabra soez, malsonante ni fuera de lugar, al menos no en los protagonistas, aunque para marcar las diferencias entre la forma de dominar de Irene y la de otro personaje este si utiliza un vocabulario subido de tono y humillante.
Paula Soler nos invita a conocer a los personajes a través de sus propios pensamientos, de su día a día y para ello no sigue un orden cronológico, sin embargo en ningún momento la narración se vuelve caótica ni nos desubica. La trama se desarrolla a dos voces, por lo que podemos asistir a dos formas de ver un mismo hecho, y a como lo viven ambos personajes. Los capítulos se alternan, en primer lugar conocemos a Irene, una mujer segura de sí misma en público pero que esta sumida en un mar de dudas, y deseos no satisfechos, y en segundo lugar conocemos a David, el clásico muchacho que ha hecho en cada momento lo que se esperaba de él y en esos instantes se espera que se case con Olga, una mujer de la que cree estar enamorado, sin embargo duda si ese es el paso que debería dar.
Ambos personajes con pasados distintos y posiciones sociales semejantes coinciden en un lugar neutro, en el paseo marítimo de San Sebastian, cada uno adivina en el otro la soledad y pensamientos tristes que el mar parece diluir con su furia. Ambos se sienten atraídos el uno por el otro, y terminan tomando una copa conscientes de que lo que pase en ese momento se quedará para siempre en una ciudad de paso.
Lo que el lector espera, sin embargo, no sucede porque Irene siente miedo de lo que ese desconocido despierta en ella y termina huyendo, dejando a David descolocado y sin ninguna pista para que pueda localizarla de nuevo. Algo tan inofensivo como un teléfono móvil extraviado le desvela intimidades de esa desconocida que le atraen más si cabe.
Quizás lo más atractivo de esta novela es ir descubriendo quién es Irene y porque tiene esos gustos, y quién es David y porque le ha causado tanta impresión lo que ha descubierto en el móvil de una desconocida, y poco a poco como quién no quiere la cosa la autora nos va dibujando a los personajes, los va perfilando y les va dotando de un pasado y de un presente, y desdibujando ese futuro que parecía que les esperaba. Sin embargo no han sido perfiles perfectos, o no al menos en el caso de Irene Beltrán, a la que solo nos permite ver desde su papel de domina, una Ama un tanto peculiar pero que le cuesta ejercer como tal en el caso de David.
Las decisiones que toma Irene también parecen a veces caprichosas, no somos capaces de ver a que tiene miedo, o que quiere proteger, porque cuando una esta acostumbrada a tener todo lo que quiere, es improbable que piense en el daño que puede hacerle a otra mujer. La novela hubiera podido dar para mucho más, hubiera podido explotar esa vertiente romántica, pero también la erótica, porque aunque la autora no tiene pelos en la lengua y despliega un gran arsenal de juguetes eróticos se queda muy en la superficie, juega más con la seducción que con el erotismo, a veces dentro del erotismo es más productivo insinuar y dejar que el lector imagine que desplegar ante sus ojos un gran catalogo de posturas, y actos.
Si me tengo que quedar con un personaje, me quedo con David, mucho más humano, más cercano y con sus dudas ante un matrimonio, que más que apetecerle le conviene. Porque quedarte huerfano con 19 años es una desgracia, pero si encima te quedas al cuidado de un hermano de pocos meses, esta se multiplica y te roba parte de la juventud. Las luchas interiores de David entre lo que siente y lo que debe hacer en algunos momentos son intensas y es lo que hace que no decaiga en ningún momento el interés por la lectura. Porque para mi gusto la autora no ha sabido crear en Irene un personaje redondo.
La novela en sí constituye un guiño a Cincuenta sombras de Grey, una novela que no me gustó mucho que digamos aunque la devoré en pocos días. Y eso puede constatarse desde la portada donde una etiqueta nos recuerda que tenemos en las manos la novela que Christian Grey nunca nos dejaría leer. Debo reconocer que me molestó que intentará vender novelas a costa de una trilogía que se habrá vendido como rosquillas, pero para mi gusto literariamente era muy pobre, ¿tan mal concepto tenía de su historia la autora que había de recurrir a algo tan manido?
Pero más adelante vemos que lo único que hace es explotar el final de la novela, en el que Cincuenta sombras de Grey juega un papel importante para salvar la posición social de la protagonista, y es que la necesidad agudiza el ingenio, y aquel que busca destruir a veces da la clave para poder salvar las naves.
Me gustaría resaltar el juego que la autora se trae con el titulo del libro, muy sensual y que hace referencia a la cadena hotelera que su marido le dejó en herencia y por la que está a la greña con sus hijastros. Sin embargo esta información no la conocemos desde el principio y la autora hace referencia en multitud de ocasiones refiriéndose al sexo, tanto a sus lugares secretos, como a los de sus sumisos, ella conoce los suyos y disfruta descubriendo los de las personas con las que decide tener sexo.
Y por último y no por ello menos importante me quedo con el mar cantábrico, porque la novela comienza en Donosti y termina allí, frente a un mar gris y encrespado, un mar que parece estar en consonancia con el temperamento de los personajes y sus inseguridades. Un mar que describe con tanta belleza que apetece reflejarte en sus aguas y dejarte salpicar por su espuma.
Conclusión
Nos encontramos ante una novela distinta por muchos motivos, que atrae, que nos hace reflexionar sobre la vida, sobre las decisiones que tomamos y sobre los caminos que a veces desdeñamos. También nos hace ver que no todo es oro lo que reluce y que toda persona tiene lugares oscuros que no muestra. A través de personajes cercanos y aprehensibles, aunque topicamente perfectos físicamente, nos acerca a un tema que ya está muy explotado pero nos demuestra que se puede hablar de sexo utilizando un lenguaje cuidado.
No será la novela del año pero cumple su función de entretener, me parece muy valiente la apuesta de esta mujer, aunque no que se esconda detrás de un seudónimo.