Otra vez los macrófagos que defienden con sus ataques al pensamiento reaccionario español, devorando cualquier amenaza, están activos y se disponen a darse un banquete. Estos elementos del “sistema inmunológico” conservador “fagocitan” cualquier intruso que ponga en riesgo su ideario de valores e intereses políticos, económicos y sociales. No importa la procedencia de lo que consideren una agresión, sino que actúan contra cualquier medida que pueda suponer un ataque a su integridad ideológica, ya sea un procedimiento legal, legítimo y democrático, como es la instrucción de un proceso judicial. No se andan con chiquitas.
Este sistema está constituido por células que reaccionan con suma virulencia desde centros como La Razón, El Mundo, ABC, La Gaceta, Intereconomonía, la emisora COPE de radio capillista y otros órganos bajo su control directo e indirecto. Desde ellos, unas “proteínas” significativas, identificadas como Federico Jimenez Losantos, César Vidal, Pío Moa, Hermann Tertsch, Alfonso Usía, Carlos Herrera, Antonio Burgos, Curri Valenzuela, Isabel San Sebastián y demás “cornetas del apocalipsis”, segregan una “histamina” imprescindible que estimula y potencia la acción defensiva del sistema hasta aniquilar, anular o minimizar los efectos de lo que consideran una “agresión”. Nunca dejan de vigilar y recorrer el organismo que protegen y constantemente están creando “anticuerpos” mediáticos con los que se enfrentan a sus objetivos. Sin embargo, como toda reacción alérgica es exagerada y, sin control, llega a ser destructiva.
Esta vez los macrófagos reaccionan contra otro magistrado de la Audiencia Nacional al que detectan como peligro por osar investigar la contabilidad oculta del Partido Popular a instancias de una querella presentada por Izquierda Unida. Por sorteo, esa denuncia pasó al Juzgado número 3, el de Javier Gómez Bermúdez, aquel juez que juzgó y desmontó la “teoría de la conspiración” que las células macrófagas habían segregado para impedir el conocimiento sobre la autoría de los atentados de Atocha. No es, por tanto, un juez del agrado de la derecha.
El fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce -nombrado por el Gobierno-, intentó maniobrar para que la querella fuese destinada al juzgado de Pablo Ruz, el juez interino que instruye el caso Bárcenas como pieza separada del caso Gürtel, y cuyo destino profesional depende de lo que decidan los miembros del Consejo General del Poder Judicial, donde los magistrados nombrados por el PP son mayoría. De esta manera, de tener bajo “control” la instrucción de la mayor trama de financiación ilegal del partido de Mariano Rajoy, se ha pasado al peligro que representa un juez “incontrolable” que empieza citando a declarar a todas las grandes empresas, como imputadas, para que expliquen si efectuaron los donativos que figuran el los papeles de Luis Bárcenas, exgerente y extesorero del Partido Popular.
No hay que menospreciar la capacidad de los macrófagos para contrarrestar cualquier amenaza. Ya pudieron eliminar al juez Baltasar Garzón, instructor del sumario del caso Gürtel (¡Qué casualidad!), única persona condenada, en relación al mismo, y apartada de la carrera judicial por prevaricación. Desde El Mundo, el periódico más obsesionado con la “teoría de la conspiración” y que pagó declaraciones de supuestos testigos, su director Pedro J. Ramírez tilda las actuaciones de Gómez Bermúdez de “al estilo de Garzón”. Y empieza el ataque. ¿Podrán expulsar también a este juez de la judicatura?
Se le teme por su independencia y por su voluntad férrea para esclarecer los casos que juzga. No se deja intimar. Realiza su trabajo con celo y rigor. No sólo imputa a Luis Bárcenas, sino también a su antecesor en el PP, el histórico Álvaro Lapuerta. Y no sólo eso, sino que además describe al Partido Popular como presunto “beneficiario de las donaciones” y, por tanto, puede estar “afectado por la investigación”, lo cual significaría que, si el PP fuera acusado, no podría personarse como acusación popular, como hace en el caso Gürtel. Toda una declaración de intenciones sobre la línea de investigación que piensa desarrollar en la instrucción del caso. Y toda una formidable amenaza que la derecha pretende desmontar como lo sabe hacer: movilizando a sus macrófagos. Este episodio no ha hecho más que comenzar, por lo que tendremos ocasión de asistir a sus “síntomas” más reveladores. Al tanto.