Hace ahora 25 años, cuando el primer AVE viajó de Madrid a Sevilla a 300 kilómetros por hora y superó la velocidad del fantástico tren bala japonés, las carreteras españolas eran como las que hoy consideramos locales, estrechas, de dos vías y llenas de baches.
Estaban construyéndose las autovías que cruzan ahora España por todas partes y tienen al país como uno de los mejor comunicados del mundo; y ello, gracias a la actual UE, y especialmente al apoyo del democratacristiano alemán Helmut Kohl a Felipe González.
La España de entonces saltó mentalmente del tercer al primer mundo y se inyectó un inmenso optimismo gracias al AVE, la Exposición Universal de Sevilla y los JJ.OO. de Barcelona.
Reinaba el hoy Rey emérito y gobernaba el visionario González, al que Podemos muestra en un autobús como saqueador de España comparándolo con delincuentes perseguidos legalmente por su odiado “régimen del 78”.
Los retratos de corruptos del autobús podemita son cobardes lanzadas al moro ya muerto políticamente con las leyes de ese “régimen del 78”.
Son zombis matando zombis porque la ley se anticipó a esos retratos que son dianas como las que ponían los Guardias Rojos de la pareja Jiang Qing y Mao Zedong para dispararle a los perseguidos por la Revolución Cultural, que resultó un genocidio. ¡Cuidado con estas dianas y con los capirotes!
En las construcciones que cambiaron España radicalmente hubo corrupción, no gubernamental, aunque si de funcionarios socialistas.
Como la de los famosos “maletines del AVE”, que no se persiguieron con igual rigor que las de ahora porque no existían leyes tan duras como las elaboradas últimamente para corregir esos delitos y que encarcelan, a veces, hasta a inocentes.
Pero a pesar de todos los desmanes de la corrupción España entró en la modernidad, cuyo efecto multiplicador –comunicaciones físicas, telecomunicaciones, industrias, servicios, laboratorios, centros educativos, hospitales—ha creado uno de los países más avanzados social y económicamente del mundo.
Quienes ponen a González como corrupto proponen empobrecer y decapitar el crecimiento. Nunca construirían el AVE o las autovías. Dirían que es especulación.
Exigen que los fondos que generan prosperidad se redistribuyan entre los pobres, lo que multiplicará la pobreza, en lugar de destinarlos a actividades que les darán trabajo creándolo.
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SALAS