Revista En Femenino

Los "malos" hijos.

Por Ana Maria Constain Rueda @amconstain
Por Ana María Constaín
Así como tenemos una lista interminable de lo que una Buena Madre es, también tenemos una para los Buenos Hijos. Y estas dos listas están por supuesto relacionadas. Porque Buenas Madres tienen Buenos Hijos y los Malos Hijos vienen de Malas Madres.
Ser mamá me hizo darme cuenta de lo mucho que juzgaba, a los demás y a mi misma. Hizo muy evidente como llena de ideales andaba señalando a todos los culpables de que esta sociedad estuviera como estaba. Por supuesto las Malas Madres tenían un gran protagonismo.
Ser mamá me permitió darme cuenta de lo tirana que era con mi traje de psicóloga puesto. Haciendo interpretaciones de la vida de otros. Encajando en teorías experiencias complejas. Haciendo correlaciones para explicar el mundo. Correlaciones hechas desde la mente que olvidaban que los seres humanos somos mucho más que eso y que habitamos un mundo misterioso ,que nuestro intelecto no puede abordar.
Ahora con mi atención puesta en esa que juzga, la he ido develando y me aterro. Porque cada vez que un niño muestra una conducta “inadecuada” automáticamente, sin pedir permiso, se filtra un pensamiento nada benevolente con la madre de la criatura. Aunque no la conozca. Y eso mismo hago constantemente conmigo.
No me sorprende ya porque resulta tan agotadora la maternidad. ¡Si es que creemos que tanto está en juego! Yo lo veo cada día. Veo mi sofisticado ego disfrazado de buena madre que al final no es mas que un ente controlador. 
Porque mis hijas tantas veces se salen de mi lista de “Buenas” Hijas e inmediatamente me pillo tratando de HACER algo para cambiarlas. Por hacerlas felices, digo yo. Felices en el esquema mío de felicidad.
La lista de los “buenos” hijos no necesariamente tiene que ver con que sean buenos, juiciosos, obedientes. No. Esta lista se va modificando según la tendencia actual. Cada uno de nosotros tiene la propia. Así como la de la Madre Ideal
Para mi la de los Buenos Hijos es algo así:
  • Son tranquilos
  • Son capaces de expresar lo que necesitan
  • Son inteligentes
  • Son empáticos con los demás
  • Son compasivos
  • Son sociables (pero no intensos!)
  • Tienen un vínculo seguro. Pueden alejarse de mamá pero no son desapegados de ella.
  • Responden fácilmente a los pedidos de los adultos, pero sin ser obedientes en exceso. Porque todo lo entienden. Son sabios
  • Expresan lo que sienten pero sin llegar a pataletas irracionales.
  • Comparten con gusto.
  • Eligen conscientemente lo que su cuerpo necesita. (Por supuesto escogen verduras por encima de un dulce!)
  • Aman la naturaleza
  • No se enganchan a la televisión
  • Son pacíficos. No le pegan a los demás. No insultan.
  • Se adaptan fácilmente a nuevas situaciones
  • Son felices (léase, están siempre tan alegres y contentos!)

Y mucho más.
Esto está muy escondido. Escondido en el “Yo acepto y amo a mis hijos como son”. Claro. Mientras sean este niño que debería ser porque yo hago las cosas bien y con conciencia. Si algo es diferente, algo hice mal.
Y lo veo en todas partes. Libros, blogs, guías, revistas,conversaciones. Todo lo que hacemos como madre apunta a que nuestros hijos sean de una u otra forma. Que sean felices.  Y con esto eliminamos la posibilidad de que a veces no lo sean. Que experimenten cosas que no son tan agradables. Que vivan experiencias que se salen del mundo ideal que hemos construido en nuestras cabezas.
Que sean esos “malos” hijos. Esos que desafían nuestros entendimientos. Nuestra comodidad. Ese hijo tan diferente al que con nuestros grandes esfuerzos queremos modelar. Por más que nos vendamos la idea de que queremos que sean libres. Que sean ellos.  Nos creemos mejores padres porque les permitimos elegir una carrera, una orientación sexual, porque dejamos que se vistan como quieran, porque no los castigamos, y les permitimos expresarse.
Pero ¿no es esto simplemente un ego más "alternativo", más "moderno"?
Al menos hablo por mi. Yo no puedo aceptar a mis hijas tal y como son todo el tiempo. Muchas veces me veo deseando que sean de otra manera. Me siento mala madre. Siento que he fallado. En mi mente tantas veces habita esta frase: “Unos niños amados, no deberían comportarse así”. Algo esta mal.
Estoy aprendiendo a soltar. Darme cuenta de que ellas son quien son y que no son resultado única y exclusivamente de mis acciones. Quiero permitirles vivir su vida. Ser quienes son genuinamente. Aunque esto me incomode y ponga en cuestionamiento mi labor como madre ante los ojos de los demás. Aunque me de miedo. Aceptarlas con todas las posibilidades. Y aceptar que no me guste a veces como son.
Y de la misma manera liberar a todos los demás hijos y a sus madres de este yugo de los ideales.
Cada uno está en su camino. Viviendo su experiencia humana tan única.
Y esto de criar mejores seres humanos para crear un mundo mejor, puede llegar a ser una carga tan pesada como cualquier otra.
Así que renuncio a que mis hijas sean “mejores personas”. Las libero de eso. Y renuncio también a hacer un mundo mejor. ¿Qué sé yo sobre mundos mejores?
Viviré mi propia vida. Y seré mejor persona, en mi mundo mejor. Mejor en el sentido tan mio. Que ya nada tiene que ver con aquellos ideales de lo que “debería ser”.

(al menos hacia allá caminaré)

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