El mayor problema del mundo es el mal gobierno. Comparado con los demás problemas, el del pésimo liderazgo es el más dañino y destructivo del planeta. Nadie entiende cómo los ciudadanos se han dejado dominar por esa indigna ralea de políticos que, con su egoísmo, torpeza, arrogancia y vicios, están conduciendo al mundo hacia el sufrimiento y la destrucción. Los ciudadanos deberían ser muy exigentes con sus líderes, a los que entregan nada menos que el poder de decidir por los demás, pero los muy imbéciles ni siquiera les exigen que sepan idiomas. Deberían pedirles estudios superiores, certificados de limpieza penal y someterlos a todo tipo de pruebas, incluyendo controles antidroga y fe de valores humanos y de bondad, pero en lugar de eso permiten que incapaces, depredadores, ladrones y verdaderos delincuentes dirijan, en su nombre, los destinos del mundo.
Los malos políticos son más dañinos que los delincuentes y que los asesinos porque, al poseer un poder inmenso y al controlar los grandes recursos del Estado, incluyendo las leyes, el dinero público y las armas, causan injusticia, dolor y todo tipo de estragos. Sin embargo, a pesar de que los daños que causan llegan a ser peores que las plagas y epidemias masivas, es casi imposible que pisen las cárceles.
Países como España son un ejemplo vivo y elocuente de los daños terribles que pueden causar los malos dirigentes cuando se adueñan del poder. Miles de políticos españoles han robado, oprimido a los débiles, practicado el nepotismo, engañado a los ciudadanos, marginado a sus enemigos, utilizado el dinero público para fortalecer su poder personal y propagado todo tipo de vicios y corrupciones, infectando la sociedad hasta límites que jamás debieron ser soportados por una ciudadania digna y decente. Aunque los políticos aparecen en las encuestas españolas como el "tercer" mayor problema del país, en realidad son el primero, a mucha distancia del resto, porque el político es el responsable de otras graves preocupaciones como el desempleo y el mal estado de la economía.
Platón, en Georgias, pone en boca de Sócrates las siguientes palabras: "Pericles ha hecho a los atenienses perezosos, cobardes, charlatanes y ávidos de dinero, debido al establecimiento de un salario para los cargos públicos". Mas adelante toca uno de los temas cruciales de la política a lo largo de la Historia: "¿No hubiera debido, de acuerdo con nuestros principios, hacerlos más justos de lo que les habia encontrado, si verdaderamente poseía, para dirigirlos, las virtudes del político?".
Platón toca el núcleo del liderazgo: la capacidad que tienen los dirigentes para hacer de sus ciudadanos gente virtuosa o canalla. Pericles envileció a los atenienses, del mimo modo que muchos de nuestros políticos actuales, en lugar de "fabricar" ciudadanos responsables y pensantes, generan sociedades envilecidas y nutridas de esclavos, corruptos, fanáticos y gente cargada de envidia hacia los que triunfan, odio a los que piensan distinto y espíritu de revancha contra todo.
Muchos creen que la peor herencia que nos dejará Zapatero será la ruina económica, pero se equivocan porque su herencia más envenenada y ruín es una sociedad envilecida, en la que él ha alimentado el fanatismo, el odio al adversario, la disgregación, la envidia, el independentismo, el culto a la mentira, la convivencia con la corrupción, el desprecio a valores claves como el esfuerzo, la excelencia y el mérito, la pillería y una confusión inmensa que impide a la ciudadanía descubrir dónde está la verdad y donde la mentira, qué es bueno y qué es malo. Cuando Zapatero se haya marchado a "inspeccionar las nubes desde una hamaca", como ha afirmado, al exilio dorado que le corresponde como sátrapa, sin que pueda ser castigado por los estragos que ha causado, los españoles seremos no sólo más pobres, sino también más cobardes, charlatanes, envidiosos, corruptos, ávidos de dinero y peores personas.
Su última "fechoría" ha sido elegir como candidato a sucederle a un Rubalcaba que podría superarle en despropósitos, desatinos y daños a la nación.
Ese es su verdadro daño porque de la ruina económica se puede salir con medidas acertadas y una dosis adecuada de esfuerzo, pero reconstruir los valores destruidos por este pobre diablo será obra de décadas, de muchas décadas y de muchas transformaciones y traumas.
Aunque Zapatero sea de los peores especímenes de la fauna mundial de políticos torpes, egoístas y sin entrañas, hay muchos parecidos a él esparcidos por el planeta. La mejor prueba del fracaso de estos energúmenos con poder es su balance, la obra que dejan para futuras generaciones. Han contado con todo el poder del Estado y con sus inmensos recursos (dinero, armas, leyes, legiones de servidores, etc.), per no han resuelto ninguno de los grandes problemas de las sociedades que administraron, como ocurrió con Pericles.
El mundo, tras el mandato desgraciado de estos sátrapas, casi siempre es más injusto y triste que antes, con el foso que separa a ricos y pobres más ancho, con los débiles más desprotegidos y desamparados, con menos derecho a la vivienda, con menos dinero para ser dignos, con peor formación y con mucha menos confianza, esperanza e ilusión.
¡Malditos sean!