Otra prueba fehaciente más del constante y gravoso despilfarro al que los trabajadores de Tussam, esos multimillonarios obscenos y amorales que cobramos salarios astronómicos, tienen sometida a la pobre empresa y a sus depauperados directivos. “
"Tussam pierde 1,7 millones de usuarios y reduce a 11 km/h la velocidad comercial".
De todas y cada una de las facetas de la explotación de la empresa de las que habla el artículo, ninguna de ellas es responsabilidad directa de los trabajadores ni de los sindicatos. En esas cuestiones no intervenimos para nada, ni siquiera para decir aquí estamos.
Tanto en el convenio colectivo como en la legislación laboral vigente se establece bien claro y meridiano que dichas competencias son facultad exclusiva de la dirección de la empresa y, por tanto, su responsabilidad.
Así, el trazado de las líneas y la programación de sus servicios, la velocidad comercial, las vueltas perdidas –ahora resulta que pierdes vuelta incluso cuando estás en tu casa superando la Gripe A-, la demanda de títulos de viaje, los tiempos de espera en las paradas, y todo lo demás, lo hace la dirección unilateralmente y según el criterio que cree más adecuado.
¿Qué pintamos los trabajadores en todo ello? Nada de nada, ni pinchamos ni cortamos. Nos limitamos a cumplir lo mejor que sabemos con lo que nos ordenan que hagamos. Es más, la mayoría de las veces ni se nos escucha cuando queremos aportar nuestra visión. Ellos son la élite y la élite es la que decide.
¿Pero qué ocurre cuando las cosas empeoran y se despeñan hacia un caos que no tiene límites? Pues que entonces hay que aplicar recortes y se comienza a especular con las conquistas sociales, con los puestos de trabajo y con los salarios de la gente.
¿De todos? De todos lo que se dice de todos, no. Sólo de los de siempre. Porque que alguien me diga si en todo este discurso catastrofista con el que se nos bombardea a diario desde los medios habéis escuchado alguna vez a esos dos baluartes de las finanzas internacionales de Arizaga y Gutiérrez hablar de reducción de sueldos en los directivos, en un gesto de mínima coherencia con el clima de austeridad que tanto reclaman.
Para nada, ellos no renuncian a sus sueldazos y sus privilegios, ni a sus coches y motos oficiales. Mientras el resto de los trabajadores hemos tenido que aguantar que desde enero nuestras nóminas y nuestros derechos se vean recortados de forma unilateral y caciquil, ellos seguro que han cobrado sus sueldos millonarios íntegros e impolutos.
Que hasta para eso siempre ha habido clases y Arizaga de clases sabe lo suyo.