Una de nuestras Julias, a los pocos días de nacer, fue obsequiada con un bonito osito de peluche rosa. Rápidamente fue bautizado como Manolito y se convirtió en el amigo inseparable de su dueña. En un descuido, Manolito desapareció, con la consiguiente tristeza de su "mamá adoptiva". Sus progenitores, a sabiendas que a los niños no hay que consentirles tanto y deben aprender a gestionar sus frustraciones, cayeron en la tentación y le compraron otro Manolito idéntico al anterior. Julita estaba feliz como unas castañuelas, cuando, por obra de la suerte, el primer oso apareció. A partir de entonces, "los Manolos" nunca faltarían en los sueños de la niña. Al nacer su hermano Quique, también él fue obsequiado con el mismo osito, pero celeste (cosas de la diferenciación de sexos....) y de menor tamaño que el de su hermana. Y como él no iba a ser menos, también por partida doble. Los cuatro Manolos, siguen en casa, descoloridos, deshilachados, recosidos....., pero siguen. Son parte de la vida de esa familia y nadie los va a tirar, por muy feuchos que estén ya.
Foto
Foto
Foto
Foto
Foto
Foto
Ni que decir tiene que la otra de nuestras Julias también tiene su peluche particular desde temprana edad, Dody, aunque en este caso es un conejito, y también en él ha hecho mella la huella del tiempo.... ¿Guardáis vosotr@s algún peluche de vuestra infancia?