Revista Cultura y Ocio
Sin grandilocuencias. Sin desplegar en cada página la amplia cultura que posee (es doctora en Filología Clásica y profesora universitaria). Sin afanarse en exhibicionismos pedantes. Rosario Guarino Ortega se ha limitado a hacer lo más difícil: hacer un libro de poesía utilizando la poesía. Es decir, aunando reflexión, sensibilidad, emoción y música. Y el resultado es Los márgenes del tiempo, que acaba de aparecer con el sello MurciaLibro y que se presenta con una hermosa fotografía de cubierta de Festina Lente.En sus páginas descubrimos textos donde resulta imposible no estremecerse y no llorar (“Elegía a Gonzalo”); versos donde flota un dolor sereno que emana de la dureza de una muerte próxima (“Réquiem”); retornos melancólicos a los inocentes castillos de arena que durante la infancia se construyeron en la playa (“Agosto”); recordatorios sobre el maravilloso prodigio de vivir y de recordar (“Magia”); el reconocimiento de que la música y la poesía son eficaces auxiliares para mantenernos erguidos en el camino de la existencia, que a veces se presenta tan arduo (“Primero de julio”); una bella elegía dedicada a la memoria de su abuela María, en el aniversario de su muerte (“21 de abril”); o versos dedicados al carácter bipolar o jánico del amor (“Anfibolía”).Y está, sobre todo, el poema titulado “El secreto”, del que no les diré nada, salvo que obstruye la garganta, acelera el pulso y pone los ojos al borde de las lágrimas, por el horror inmundo que incorpora. Descúbranlo ustedes y comprenderán que nunca van a olvidarlo.Los márgenes del tiempo es un poemario elegante, lleno de versos sobrios, música tenue y apolíneo trazado, que da gusto leer y sentir.