Un nuevo ejemplo de cómo solo a través de una portada descarto un libro pensando que no será mi estilo y al que después, cuando alguien llama mi atención sobre el tema tratado, decido darle una oportunidad y descubro que mi intuición me falló o quizá fueron mis prejuicios ante determinados diseños los que una vez más se equivocaron. Hoy os hablo de Los mejores años.
Mi opinión
Emira Tucker es graduada universitaria, pero al contrario que sus amigas, a sus veinticinco años solo ha conseguido hasta ahora un trabajo como niñera a tiempo parcial con el que apenas consigue cubrir el pago del alquiler y las facturas. Cuando una noche, durante una fiesta de cumpleaños, es requerida de urgencia por los padres de Briar, la niña a la que cuida, para que acuda a la casa por una emergencia doméstica y se la lleve a dar un paseo, Emira decide que una vuelta por el supermercado puede ser buena idea hasta que allí se produce un tenso enfrentamiento con el guardia de seguridad que por el color de piel de Emira, de raza negra, y por su indumentaria, da por hecho que ha podido secuestrar a la niña.
Así comienza Los mejores años, con un capítulo inicial que combina a la perfección en una misma escena la tensión de la amenaza a la que la protagonista se ve sometida con ciertos toques de humor que aportan diversión y visten de agilidad a un primer capítulo que nos prepara para el tema central de la novela: el racismo.
Junto a la protagonista ya nombrada, Alix Chamberlain, su empleadora, es el otro gran personaje de Los mejores años. Su habilidad para escribir cartas y su presencia en redes sociales ha hecho que actualmente, tras su segunda hija y recién trasladada a Filadelfia con su marido, presentador de televisión, pueda dedicar el tiempo a escribir un libro con el que tampoco consigue avanzar demasiado, pero el incidente en el supermercado hace que Alix se obsesione con Emira y quiera hacer de ella su nuevo proyecto, sea como sea tiene que conseguir entrar en su vida y ser su amiga. Emira tiene que sentirse segura con ella para que quede muy claro que en su familia no son racistas. Alix es el cliché caricaturizado de la madre trabajadora perfecta con éxito en todas las facetas de su vida, un personaje tan bien trazado que desde el primer momento se siente como reconocible tanto para lo bueno como para lo malo, que en mi caso ha sido la mayor parte porque, así como con Emira he empatizado desde el primer momento, con Alix ha sido todo lo contrario y puedo afirmar que es la amiga que nunca tendría.
Es de alabar cómo enfoca el tema la autora de forma que las situaciones en las que Emira se ve condicionada por el color de su piel llegan a ser tan naturales que uno tiene que detenerse para darse cuenta de que sí, que incluso esa sobreprotección a la que Alix comienza a someter a Emira, también es racismo. La autora pone así de relieve una serie de prejuicios y actitudes tan arraigadas en la sociedad que por tan cotidianas puede llegar a obviarse que se trata de un grave problema. Un problema al que también se añade la cuestión de la clase social, el dinero y el poder que, junto con la maternidad en menor medida, son los otros temas que trata novela con tanto acierto.
Y todo ello nos lo cuenta Kiley Reid a través de un narrador en tercera persona que alterna la perspectiva de las dos mujeres protagonistas con un estilo ágil y una prosa tan sencilla como impecable, destacando brillantes diálogos en los que la autora demuestra su buen hacer a la hora de adaptar el lenguaje no solo de cada uno de los personajes, sino las circunstancias e interlocutores que tengan en cada momento.
En definitiva, Los mejores años es una novela tan entretenida como condenatoria, una sátira social que no dudo en recomendaros.