Desde el viernes, los mendocinos empeoraron su calidad de vida de manera significativa porque la salud es más cara e inaccesible para muchos. Los médicos, cansados de quedar atrapados en la encrucijada entre el servicio que prestan y las ecuaciones financieras de quinees le pagan, decidieron romper vínculos y cobrar por las prestaciones. El que pueda, pagará por atenderse, aun cuando lo hará de manera doble. El que no, deberá quedar a la espera de una resolución o derivarse al sistema de salud público. Aunque hay negociaciones que puedan resolver el provisoriamente el conflicto, hay un quiebre.
El Gobierno de Mendoza actuó de testigo, a pesar de ser un actor importante en la gestión de la salud. Justamente allí hay una clave: Rodolfo Suarez y Cambia Mendoza se autopromocionan como buenos administradores. Algunos números abonan esa calificación porque la provincia tiene superávit, gana dinero con intereses financieros y hay ahorros. Pero hay un enorme error de concepto: Gobernar no solo es administrar; el sillón de San Martín no es el de un gerente financiero.
Por eso hay diferencia entre administrar y gestionar, aún cuando parecen sinónimos. La diferencia está en la connotación que tiene la gestión pública, es decir la creación de políticas para cambiar las cosas, aún con decisiones difíciles. En el “trabajo de gobernador” de Suarez (como él se define) hay mucho más de gerente que de político. El sistema de salud es complejo e interjurisdiccional. El vínculo entre los prestadores y las obras sociales nacionales lo maneja la Superintendencia de Servicios de Salud de la Nación. Pero el control del sistema (tanto de los efectores públicos como privados) lo tiene el Ministerio de Salud de la provincia. Por eso enajenarse del conflicto es una opción compleja desde el punto de vista político..
La cobertura de salud de los mendocinos ya depende mucho del Estado, pero se puede agregar más presión.El Estado local tiene una relevancia enorme. El 40,8% de los mendocinos no tiene obra social y se atiende directamente en los efectores públicos. El 59,2% restante tiene obra social o empresa de medicina prepaga. Pero gran parte de ellos están cubiertos por PAMI y OSEP, que dependen de los estados nacional y provincial. Aún más: por el deterioro de los efectores privados, muchas prestaciones son cubiertas también por efectores públicos. Ocurre con la alta complejidad en pediatría, diagnóstico por imágenes y otros servicios de costo elevado. El cobro de aranceles de los médicos puede derivar en una saturación de la demanda en atención primaria, es decir en servicios que ya están colapsados en centros de salud y hospitales por falta de médicos y exceso de demanda. Incluso el efecto puede ser peor a largo plazo y tiene que ver con la pérdida de calidad de vida. Si hay menos atención primaria, hay menos prevención. Si hay menos prevención habrá más problemas agudos y graves a futuro.
El gobierno traslada en la Nación la responsabilidad por el conflicto.Mendoza ya tenía otra tensión por le migración de médicos. Incluso con una paradoja. La provincia “exporta” mano de obra e importa pacientes. Muchos médicos formados en la provincia se van a Chile, a la Patagonia o a San Luis porque ofrecen mejores sueldos. Pero muchos puntanos y sanjuaninos, por ejemplo, se atienden en Mendoza porque hay mejores prestaciones, sobre todo en pediatría, enfermedades crónicas raras y cirugías. Desde 2019 hasta este año los hospitales provinciales le facturaron a otras provincias 61 millones de pesos, de los cuales casi 42 millones corresponden al Notti. El Central es el otro hospital de referencia que recibe personas de otras provincias. La mayoría de esas consultas tienen que ver con servicios críticos, como cirugías por cardiopatías en niños, trasplantes, cirugías cardiovasculares, neurotraumas, reasignación de género, párkinson y otros tratamientos complejos.
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La pérdida en la calidad de vida no solo se nota en la salud. En educación cada vez hay menos familias que puedan optar. La cuota de los colegios de gestión privada van a subir de manera más acelerada. Incluso están por debajo de lo que cree que necesitan. Aunque las cuotas están por debajo de lo que creen que necesitan y muy por debajo de lo que cobran en otras provincias, para muchas familias que optaban por servicios arancelados, ahora se complica. El error de lectura es creer que es un problema exclusivo de la “clase media y alta”, pues el sistema educativo es uno solo. A mediano plazo puede repercutir en un exceso de demanda sobre las escuelas de gestión pública. Allí la crisis repercute de manera más dramática y similar a lo que pasó en 2002. Aunque la cantidad de alumnos no varía y hasta aumentó, hay una cifra escondida de la realidad educativa, un subregistro de la crisis. Hay, por ejemplo, altísimo ausentismo en algunas zonas y en algunos alumnos que siguen en las planillas, pero que acuden de manera salteada, muchos de ellos por no tener los materiales para estudiar o no poder llegar siquiera a la escuela.
Disyuntivas
Los candidatos a gobernador de Mendoza están más ocupados por la arquitectura electoral que por los temas que deberán abordar. No es por malicia, sino por orden de urgencias. Recién durante la semana se terminará de conformar el esquema de apoyos y rechazos de cada frente y la campaña electoral ha virado hacia esa misma endogamia maliciosa para la realidad mendocina.
La Unión Mendocina potencia su anticornejismo explícito, con carteles y discursos medidos para potenciar la negatividad y en la búsqueda de la reelección de Cornejo. Y el sistema político y comunicacional del oficialismo sigue obsesionado con mostrar a la Unión Mendocina como un rejunte y apuntan todo contra Daniel Orozco. La campaña está embarrada porque ataques y contraataques se ejecutan con las mismas armas. Si De Marchi acusa de campaña sucia a Cornejo, desde su frente buscan la misma lógica.
Como ya reveló MDZ, las discusiones por ahora no plantean un horizonte a futuro, sino la imagen proyectada en el espejo retrovisor; discursos casi tan antiguos como quienes van a gobernar la Provincia, partiendo de la base, con perdón del prejuicio, que a Cornejo y a De Marchi les va a costar plantear una agenda innovadora en sus hipotéticas gestiones. Lo que es seguro, es que les tocará gobernar una provincia más pobre y con peor calidad de vida.