Todos enfermamos. Todos nos lesionamos. Todos, en algún momento u otro de nuestra vida, pasamos por una época (ya sean días, semanas o incluso meses) en los que tenemos que dejar de ir al trabajo y necesitamos una baja laboral. Esto de no trabajar puede parecer algo “positivo” porque nos permite cuidarnos, descansar, tener tiempo para nosotros… pero a veces, es un arma de doble filo. Y ese doble filo es muy peligroso incluso, en los extremos, más que la propia enfermedad o lesión que nos ha llevado a estar de baja.
Baja laboral: Los pasos a seguir a nivel gestión emocional – operativa
Aceptación
Cuando nos enfermamos, nos agobiamos. ¿Por qué? Por el ritmo de vida tan estresante que nos hemos auto-impuesto y que también la sociedad nos lleva a él. A día de hoy, no sabemos parar y cuando “nos obligan” o mejor dicho, nos hace parar nuestro propio cuerpo, la ansiedad y la angustia se disparan.
Sentimos, día a día, que el trabajo es nuestra prioridad. Vivimos para trabajar, cuando debería ser al revés. Y parar eso de hoy para hoy, sin avisar y sin tregua para aceptarlo, es un revés muy grande.
Últimamente, a las enfermedades que nos diagnostican hay que sumarle un componente emocional extra como es el miedo a perder el trabajo, las consecuencias que va a tener la baja laboral, etc. Hay veces que esto, el trabajo, nos condiciona más incluso que la propia enfermedad o lesión. Y nos enfocamos en cómo podemos minimizar los impactos en los aspectos laborales que cuidar de nuestro cuerpo, salud y estado.
Por esta razón, es importante cuando llega un momento de baja salud – enfermedad – lesión y necesitamos parar, reposar y cuidarnos, lo primero que debemos hacer es aceptar la situación. Un trabajo de aceptación intenso, profundo y auténtico que nos ayude a gestionar los días, semanas, meses de baja que queden por delante.
*De hecho, hay numerosas enfermedades actuales que están provocadas por ese estrés que nos causa no el trabajo en sí, sino como nos lo tomamos nosotros y el valor – importancia que le damos en nuestra vida.
Aceptación. Punto de partida e inicial cuando caemos enfermos y tenemos que parar nuestra rutina, nuestro día a día y por ende, el trabajo.
Aceptemos que debemos parar. Aceptemos que nuestra vida es mucho más que trabajo. Aceptemos que la salud es nuestro activo con más valor. Trabajos hay muchos y siempre se puede modular pero la salud, sin esa, no podemos vivir ni ser felices. Aceptemos.
Comunicar la baja
Una vez que nosotros nos hemos ido a casa, a un lugar que nos guste o donde sea a gestionar nuestra baja laboral, a aceptarla, es el momento de comunicarla. Ahí llega uno de los grandes miedos hecho realidad. Tenemos que decirle a nuestro superior que tenemos una enfermedad x y que necesitamos una baja laboral y de x días – semanas.
El primer escollo está en aceptar (de nuevo) que estamos enfermos y es que al transmitirlo nos sentimos “invalidados” o no aptos. Sentimos que estamos fallando a nuestra responsabilidad y nos asusta y mucho. Primero por esa emoción de “no haber estado a la altura” y segundo por las consecuencias que pueda tener en nuestro trabajo.
¿Consecuencias? Sí, nos aterra. En ese momento se agolpan mil y una pregunta, dudas y miedos en nuestra cabeza. ¿Cómo se lo tomará mi superior? ¿Qué van a hacer mientras yo esté fuera? ¿Me van a sustituir, me van a despedir? Es tal el miedo que incluso antes de poder recibir una contestación y entonces valorar opciones, nuestra primera reacción es ofrecer trabajar desde casa durante la convalecencia.
Y está genial si pensásemos que es sólo por el sentido de la responsabilidad para con nuestro trabajo. El problema está en que no es sólo por eso sino que el mayor motivador para tomar esa decisión es el miedo.
Por lo tanto, cuando estemos en ese momento con nosotros mismos de aceptación de la situación, tomémonos un tiempo después para trabajar cómo lo vamos a comunicar y hacer varios escenarios posibles de respuestas.
Sobre todo, en esa conversación con nuestro superior (ya sea telefónica o presencial, según nos permita nuestra enfermedad) no nos anticipemos. Mantengamos nuestra calma interior y dejemos que se desenvuelva todo de forma natural. No nos pongamos la venda antes de la herida. Quizás estemos trabajando con un equipo saludable, comprensivo y empático que entiende que todos enfermamos y acepte la baja incluso, mejor que tú. Puede, que esto ya es de otro nivel, que sea una empresa tan madura y evolucionada, que tenga preparado un plan B para cuando hay bajas de cualquier integrante de su equipo (esto ya es de ser muy pro). Y poniéndonos en el peor de los casos, tu jefe (porque entonces este es un jefe de los de antes) se tome fatal que cojas una baja y “tome represarías” con lo que entonces lo que hay que pensar es lo que es más saludable para ti y seguramente sea ir a casa, cuidarte y después de la baja, cuando estés bien, tomar decisiones sobre ese trabajo porque puede que no sea muy bueno para tu vida.
Lo importante aquí es comunicar tu situación desde la tranquilidad, no anticiparse y tener previstos los posibles escenarios para así poder reaccionar mejor.
El tiempo de baja en sí mismo
Ahora empieza la baja de verdad. Esos días en casa, sin trabajar y sin “nada que hacer” más allá de cuidar de ti mismo. ¿Cómo se hace eso? ¿Cómo se pasa de un ritmo frenético a cero en cuestión de horas? Bueno, pues tomando conciencia. Conciencia de que estás de baja, que tu cuerpo necesita parar, que tienes que reposar y que hay que recuperar energías y salud.
Este trabajo, el de tomar conciencia es un trabajo de responsabilidad para contigo mismo. Y te resultará mucho más sencillo si antes de que llegue ese escenario, has estado trabajando en estos supuestos y sobre todo, has aprendido a racionalizar tu vida. Nada, ni siquiera el trabajo, es vital en tu vida solo tu salud. Tú necesitas estar bien para poder trabajar, para cuidar de los demás… Para todo, necesitas estar bien. Así que racionaliza.
Este, es un trabajo que todos deberíamos hacer antes de que llegue la situación catastrófica en sí (la baja). Con coaching puedes trabajarlo poco a poco, sin prisa para que cuando llegue, si llegue, estés preparado y no suponga, la propia baja, un problema añadido a la enfermedad.