Con inauditos y sangrientos procedimientos, que parecen salidos de una película de terror y llevan a muchos a cuestionar su asociación con Dios o con el Diablo, Jorge Goliat se ha erguido salvador de una ciudad, que muchas veces no halla respuestas en un sistema de salud atiborrado y colapsante.
El gentío apiñado frente a su casa espera impaciente desde tempranas horas de la madrugada, por una posibilidad de ser atendidos por ¨El padrino¨ , y de no llegar su turno durante el día, regresan llenos de fe a la jornada siguiente, en espera de una cura milgrosa para el terrible mal que los aflige. Mientras el curandero despierta temprano, dispuesto a comenzar su laboriosa jornada.
Con sus herencias haitianas, afirma, le vinieron los dones que posee, desde pequeño asegura ver cosas que la mayoría de los residentes de este plano ignoramos, y en su juventud, preso de un trance del que no recuerda nada, realizó su primer procedimiento.
Su equipo quirúrjico consiste en un machete oxidado y un trozo de tubería, que antes de cada procedimiento esteriliza y presenta a los pies de un muñeco, que encarna la representación de los espíritus que guían su mano en cada operación, buscando su bendición, luego con una vela y un trozo de papel dibuja una figura humana en una especie de radiografía mística en la que solo ¨ve el daño¨.
Con su muñeco ancestral a un lado y su enfermera bendiciéndolo, el ¨médico brujo¨ balbucea un cántico
La mejor enfermera de Jorge Goliat
haitiano y realiza un corte pequeño en el enfermo, quien, sin estar bajo los efectos de la anestecia tradicional, no siente dolor alguno, aunque el oxidado machete esté abriendo un surco sangriento en su cabeza.Al inortodoxo cirujano se le atribuyen más de 7000 operaciones poco convecionales, todas exitosas, logrando extraer balas alojadas en la columna, tumores que la ciencia no se atreve a tocar, o devolviendo el don de caminar a quienes la medicina aseguraba nunca volverían a ponerse en pie.
Muchos lo alaban como a un santo, otros lo tildan como la mano del demonio, lo cierto es que, sin explicación racional, Goliat abre la carne con su machete corroído, sin anestecia alguna y dejando atrás solo una leve cicatriz como evidencia del procedimiento, curando a miles que creían irremediables sus males y devolviendo la esperanza a los necesitados que se atestan diariamente a su puerta en busca de la sanación que tantos aseguran viene de sus manos.