Quise ir a ver a mi Señor de los Milagros nada más llegar al Perú,
cuanto antes y allí estaba. En la calle, en los pobres que esperaban
como cada día un pan y algo más para llevar a la boca, fruto de la
caridad de las Madres Carmelitas Nazarenas, los Caballeros voluntarios
y cuantos donantes colaboran en este Comedor Popular. ¡Cuantas veces
lo hicieron con uno de mis hermanos, CONMIGO lo hicieron!
Y tuve la suerte de saludar a las Madres Carmelitas Nazarenas –también
a Madre soledad- y saber que rezan por todas las intenciones, hasta
las personales.
Y vi la fabulosa publicación del BCP que marca un hito en la historia
de la bibliografía. Y los actualizados rótulos del Museo, del Culto…Y
el templo como siempre pendiente de mejora para brindar lo mejor a sus
fieles. Y el Señor, en el Muro, imborrable, misericordioso, acogedor,
prodigando bendiciones a diario a cuantos llegan, impulsando a la
confesión y a la comunión, a caminar para hacer grande nuestro Perú.
¡Gracias, Señor, ayúdanos a caminar!