La política brasileña lleva seis meses a caballo entre una crisis militar, el inicio de la pugna por las elecciones de 2022 y los efectos de la pandemia que no remiten. Tras un mandato convulso, al presidente Bolsonaro se le agota el crédito. Con él las diferencias solo pueden resolverse por dos vías: la dimisión o el despido. Fue el caso del exministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva, un general retirado cuya moderación le había convertido en una figura incómoda en el Gobierno: renunció a su cartera en marzo ante las presiones de la Presidencia.
Bolsonaro nombró como nuevo ministro a un general más cercano, Braga Netto, en un intento de apuntalar su influencia sobre los militares. Sin embargo, la cúpula al completo dimitió al día siguiente en solidaridad con Azevedo e Silva, desencadenando una crisis militar sin precedentes desde el regreso de la democracia al país en 1985. El presidente vio cómo se rompía la relación con su piedra angular, el Ejército, y ha quedado en una situación delicada. Mientras tanto, las elecciones de octubre de 2022 han empezado a asomarse en el horizonte.
Bolsonaro pierde el apoyo de los militares
Los primeros compases de la era Bolsonaro ...
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