Los Ministros disponen de hasta cinco coches oficiales

Imagen: nachocarbo.com

Hoy quiero hablarles de coches. Pero no de Fórmula 1 ni de Fernando Alonso, o de Rallyes y las anécdotas relacionadas con la mala suerte de Carlos Sainz, ni de cualquier otra categoría automovilística que sea conocida por sus logros deportivos, sino más bien de los coches que son conocidos por pasear a aquellos que consiguen pocos logros políticos, los coches oficiales.

Y es que en estos días el Sindicato Unificado de Policía hacía referencia a ellos y a la cantidad que poseen en el Gobierno de la Nación. Según he podido leer en el digital 20minutos (www.20minutos.es) el SUP ha criticado severamente el gasto exacerbado en coches oficiales que llega a alcanzar hasta las cinco unidades por cada ministro. Todo ello sin contar el gasto en chóferes y escoltas.

Pero es que además desde el sindicato hacen referencia a la cantidad de vehículos que existen en cada ministerio para secretarios de Estado, subsecretarios, directores generales, jefes de gabinete o algún cargo más que se pueda escapar al conocimiento del ciudadano. Y fíjense que el poseer, en el caso de los ministros, de 3 a 5 coches tiene una poderosa razón y es la de poder sustituirlos mientras los otros se limpian o se reparan por alguna avería.

E imagínense ustedes que imagen daría un ministro si llega en taxi a una reunión. O lo recoge en casa otro ministro con su utilitario que vive en el mismo vecindario ya que van al mismo sitio y hacen el recorrido juntitos. Daría la vuelta al mundo por la imagen de “poca clase ministerial” ofrecida, pero también diría mucho del respeto hacia los ciudadanos que utiliza la guagua (el autobús), el taxi o el metro al equipararse a ellos.

Y ahora les hago una pregunta, ¿cuánto pagan ustedes al año por su coche en seguros, tasas, mantenimiento y gasolina anualmente? Pues ahora multiplíquenlo por 5 y por el número de ministros y súmenlo a esa cantidad ya que como contribuyentes, también lo pagan. Y que vivan los recortes en todo lo demás.

Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…