Revista Insólito
Los misterios de la astronomía sumeria
Publicado el 06 agosto 2016 por Juan Jose Sanchez Andrade @Juanchez_Los Sumerios fueron habitantes de Sumeria, antigua región del Oriente Medio que formaba la parte sur de la antigua Mesopotamia, entre las planicies aluviales de los ríos Éufrates y Tigris. La región de Mesopotamia, nombre griego que significa “Entre los ríos”, comprendía distintas regiones como Sumeria al sur, Acad en el centro y Asiria en el norte.
En muchas ciudades de esta civilización, se han hallado muchos objetos y documentos antiguos que testimonian las huellas de un pasado remoto sorprendente. La civilización sumeria está considerada como la primera y más antigua civilización del mundo, aceptado así por la arqueología moderna y oficial. Sin embargo, la procedencia de sus habitantes, los sumerios, es incierta y existen numerosas hipótesis. El término “sumerio” también se aplica a todos los hablantes de la lengua sumeria. En la lengua sumeria esta región era denominada Kengi (ki), equivalente al acadio mat Sumeri, esto es, la «tierra de Súmer».
Los sumerios, así como los mayas o los egipcios, eran grandes observadores del cielo. La regularidad del movimiento estelar era algo que todos registraban con respeto divino y estudiaban con curiosidad. Sin embargo, la formulación de teorías astronómicas sería algo propio de la ciencia moderna, a pesar de algunas excepciones. En general, la observación de los astros adquiría matices religiosos, o a veces sus anotaciones servían para la temporalización de la vida cotidiana.
Por eso no es de extrañar que los pueblos antiguos registraran muy bien los movimientos de objetos celestes como Júpiter o la Luna, pero que no desarrollaran la idea de que existían planetas rotando alrededor del Sol. Sólo observaban y usaban su sentido común, el cual les hablaba de una Tierra quieta, por cuyo cielo desfilaban estrellas de origen desconocido.
Por eso esta imagen resultó perturbadora para más de uno. En ella, como fondo de una escena, puede verse claramente una estrella con puntas rodeada de pequeñas esferas que rotan alrededor suyo.
Difícilmente haya una imagen más clara de lo que para nosotros es el Sistema Solar. No se aleja demasiado del dibujo que trazaríamos para explicarle rápidamente el sistema heliocéntrico a un niño. Eso no es todo, para algunos investigadores, las esferas parecen coincidir curiosamente en sus proporciones con los tamaños de los nueve planetas de nuestro sistema y sus satélites más importantes.
¿Sería posible que los sumerios hayan desarrollado la teoría heliocéntrica y conocido todos los planetas de nuestro sistema solar? La respuesta es no. Más allá de las limitaciones epistemológicas, las observaciones astronómicas sumerias registraban a los planetas que sólo podemos observar con nuestro ojo, lente incapaz de captar las señales de Neptuno, Urano, y Plutón.
A pesar de que esto parece ser una prueba contundente para descartar que la imagen se refiera al Sistema Solar, no faltan los personajes que invocan la intervención extraterrestre en el asunto. Tal es el caso del autor ruso Zecharia Sitchin, quien sostuvo que la imagen fue inspirada por el conocimiento que sólo una raza alienígena podía tener, y que habría estado en contacto directo con los sumerios, quienes habrían transmitido, además, los principios de la agricultura, metalurgia, y escritura.
No es difícil tomar el ejemplo sumerio y usar el sentido común para explicar las cosas. La necesidad de recurrir a factores externos y fantasiosos para explicar un grabado en un sello de piedra es algo totalmente innecesario desde el punto de vista de la lógica (Navaja de Occam), y absurdo desde el sentido común. Sin embargo, la imagen no deja de ser una estrella rodeada de esferas de diferentes tamaños y órbitas, y su verdadera interpretación será por siempre un misterio.
Un dato interesante de la "mitologia" sumeria sobre Nibiru, el planeta del cual ellos supuestamente descendieron
El Planeta X es conocido con varios nombres: Marduk, Nibiru, Barnard 1, Hercólobus o Hercólubus, en el Apocalipsis le llaman Ajenjo, otros como el Planeta Frío o Planeta Rojo, etc., que destruirá la tierra. Nibiru es el planeta de nuestros creadores y nuestros amos. Creadores de Adán y Eva. En el libro de Zecharia Sitchin, El Doceavo Planeta, se presenta al planeta Nibiru o Marduk como un cuerpo celeste que forma parte de nuestro sistema solar. Este enorme planeta se acercaría a la Tierra cada 3,600 años. Sus habitantes, los Anunaki nos visitarían cuando están más próximos en su órbita a la Tierra para saquear nuestros minerales, metales y el oro. Sitchin expone que la raza humana nace como consecuencia de la manipulación genética de los monos por parte de los Anunaki. Los homo sapiens fueron creados como una raza esclava para servir a los Anunakis. El hombre es producto de la intervención en la Tierra de una raza extraterrestre. Según Sitchin, el planeta Marduk colisionó y destruyó el planeta Tiamat que antes orbitaba nuestro sistema solar entre Marte y Júpiter. Los fragmentos de este planeta son los que ahora formarían la banda de asteroides. Como se puede observar, toda la historia no es más que una alucinación del autor presentada como una obra científica, lo que la hace peligrosa porque es creída por muchos.
Charia Sitchin sostiene la teoría de que los antiguos sumerios conocían la existencia de todos los planetas del Sistema Solar, desde Mercurio a Plutón, éste último descubierto a principios del siglo XX. Y la presencia de un planeta más, con una órbita alrededor del Sol gigantesca (cada 3.600 años), del cual procedían los "nefilim", los dioses de su panteón y que en sus principios fueron el génesis de la vida sobre la Tierra y la causa de la rápida evolución del hombre en nuestro mundo mediante intervención genética. Lo primero es lógico, porque los sumerios estaban en contacto con extraterrestres. Lo segundo y lo tercero, en cambio, son un total disparate, primero porque el planeta Nibiru no existe, y segundo, porque el hombre evolucionó en razón de los espíritus elevados que encarnaron en los organismos humanos. Los extraterrestres no tuvieron nada que ver con la genética del hombre. Los espíritus, por otra parte, tanto de los extraterrestres como de los humanos, fueron creados por los elohim (los llamados "dioses menores", que son entidades del 8º nivel espiritual, y por supuesto según instrucciones del propio Absoluto.
Para los sumerios, al igual que para otros muchos pueblos de la antigüedad, sus dioses fueron seres de carne y hueso que un día habitaron entre ellos y de los que aprendieron numerosas actividades y normas de convivencia. Ésta es una constante fija e invariable que se repite sin cesar a lo largo de todas las antiguas culturas del mundo. Y es obvio, porque sus "dioses" no eran más que extraterrestres, es decir, espíritus encarnados como nosotros, pero en otros planetas, y que lograron la teconología necesaria para fabricar naves espaciales y llegar hasta aquí.
Fuente | Los misterios de la astronomía sumeria