En Marzo de 1974, Yang Zhifa, un agricultor, junto con sus 5 hermanos y su vecino Wang Puzhi, estaban cavando un pozo en campos de Granada y Caqui, a una hora al noreste de Xi`an, capital de la provincia China de Shaanxi. Sus palas golpearon una cabeza de terracota que confundieron con una imagen de Buda.
Lo que los campesinos habían hallado, resultó ser uno de los mayores descubrimientos arqueológicos del siglo XX: Miles de guerreros de terracota de tamaño natural y hábilmente esculpidos en el siglo III A.C, bajo el reinado de Qin Shi Huang, el primer emperador de una China unida.
El descubrimiento de Legiones de guerreros de terracota de tamaño natural, entusiasmó a China y el mundo. Los soldados de Qin Shi Huang, marcharon al Museo Británico en septiembre de 2007. Durante los 6 meses siguientes, más de 850.000 visitantes fueron a conocerlos. Sólo los tesoros de Tutankamón en 1972 atrajeron a una multitud más grande.
Los guerreros son realmente especiales. Enterrados en formación en trincheras forradas de ladrillos; cada uno parece tener su propio carácter, aunque en realidad sus rostros con bigotes se derivan de 10 tipos básicos.
Originalmente los guerreros de terracota del emperador Qin, estaban pintados en rojo brillante, azúl, rosa y oro, pero hoy carecen de color. El tiempo y los estragos de la naturaleza, también los privó de las verdaderas armas que alguna vez portaron.
Para proteger su frontera norte, el emperador Qin comenzó la construcción de la Gran Muralla China. Tardó 2000 años en terminarse y es la única maravilla del mundo antiguo que puede apreciarse desde el espacio.
Cuando el emperador Qin murió a los 39 años, presumiblemente envenenado con mercurio, el cuál le fue suministrado por sus alquimistas en busca de la inmortalidad; ya había completado su colosal tumba subterránea.
La escala del mausoleo del emperador chino, del tamaño de una gran ciudad antigua, sigue siendo impresionante. Su núcleo es una pirámide que alguna vez alcanzó los 100 metros de altura.
En cuánto a los 8000 guerreros de terracota (de pie y en correcta formación vigilando la tumba), están allí para salvaguardar los secretos del imperio subterráneo de Qin Shi Huang. Y seguirán siendo un misterio quizás por muchos años, ya que la tumba sigue sellada.
Arqueólogos y museólogos de todo el mundo, están de acuerdo que abrir la tumba sería un desastre, ya que la exposición al aire la dañaría irremediablemente.
Según el historiador Sima Qian del siglo II, cuya descripción del mausoleo ha demostrado ser mucho más exacta de lo que creían los historiadores modernos; rios de mercurio rodean la cámara funeraria del emperador, y maximizan el brillo de las piedras preciosas incrustadas en el techo de la tumba. De ser así, es extremadamente peligroso entrar.
Si nadie está dispuesto a entrar, o incluso a sondear la tumba por temor a causar daño a los tesoros que seguramente se encuentran dentro, hay otras razones para mantenerse bien lejos. Según Sima Qian, ballestas mecánicas y otra serie de armas con trampas, resguardan entradas y pasillos.
Cuando se descubrieron más fosas durante los años 70, se encontraron guerreros montados y carruajes conducidos por esculturas de caballos de tamaño natural, junto a réplicas de generales y altos funcionarios.
Los soldados de infantería conocidos por tantos visitantes de todo el mundo, se han unido desde entonces a arqueros de pie y arrodillados, carruajes con lanzas, hombres fuertes, acróbatas, bailarines, músicos y exquisitas esculturas de bronce de cisnes, patos y grullas.
Ciertamente nada como los guerreros de terracota o sus caballos, había sido visto en China antes de la construcción del mausoleo de Qin Shi Huang.
Yang Zhifa, sus hermanos y Wang Puzhi, descubrieron las esculturas, pero estos agricultores obtuvieron poco o nada de su gran hallazgo. Les quitaron las tierras a causa del interés turístico y en 1997, pobre y enfermo Wang Puzhi se ahorcó.
En 3 años, Yan Wenhai y Yang Yanxin, desempleados e incapaces de pagarles a los médicos, murieron a inicios de sus quintas décadas de vida.
En 2007, Liu Xiquin, esposa de Yang Quanyi, cuya casa familiar había sido demolida, dijo al South China Morning Post lo siguiente: Mi marido temía que él y sus hermanos pudieran haber traído mala suerte de alguna manera. Además, Liu Xiquin todavía se pregunta si tal vez los soldados debían haberse quedado bajo tierra.
Quizás por ésta razón, y otras más aún desconocidas, la tumba del emperador Qin Shi Huang ha permanecido cerrada, ya que de esa manera estarían evitando una terrible maldición para China y el resto del mundo.