Revista Cultura y Ocio

Los mitos de Esteco

Por Manu Perez @revistadehisto

En 1566 un motín sublevó los hombres que acompañaban al capitán Francisco de Aguirre, mientras lo acusaban ante la Inquisición de Charcas. Parte de los conjurados buscaban fundar una ciudad, y poblaron Esteco. Estaba situada sobre el Río Salado, a 50 leguas de Santiago del Estero.

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Los pobladores no advirtieron el suelo salitroso ni la proximidad inquietante de los indios del Chaco. Tuvieron que hacer todo, hasta cavar la tierra con sus manos para sembrar y vestirse con cueros de venados, porque los indios de la zona eran bárbaros y huyeron a los montes por una sequía que asolaba la región.

Cuando Aguirre fue puesto en libertad regresó al Tucumán, ordenando el traslado de Esteco alegando necesidad de encontrar mejor sitio. En 1592, Juan Ramírez de Velasco fundaba Madrid de las Juntas, en la confluencia de los ríos Salado y Piedras. Su suelo y ubicación eran mejores que la anterior, su asiento más limpio de montes y alimañas, y muy rico en ganados y pueblos de indios pacíficos.

Durante la existencia de Esteco fueron frecuentes los alzamientos de tribus cercanas. Estaba situada en los valles calchaquíes y dominaba la entrada del Chaco, convirtiéndose en punto estratégico de defensa.

Desde la primera Esteco y en Madrid de las Juntas, se hablaba de pueblos de indios encomendados a sus vecinos y la explotación que soportaban. Como continuaran los abusos, se produjo un cruento alzamiento de diaguitas y calchaquíes en el Tucumán (1630-1635). Luego de veinte años de paz, apareció el andaluz Pedro Bohórquez simulando ser descendiente de los incas, sublevando las tribus hasta ser ejecutado (1656-1659).

Siguió una ofensiva progresiva de los guaycurúes y mocovíes del Chaco. Esteco sufrió consecuencias desastrosas. En 1666 fue despoblada por malones, manteniéndose sólo fortaleza con guarnición, y presidio de indios. En 1686 un ataque prácticamente la arrasó, dejando pocos vecinos, soldados y oficiales con vida.

Cuando el terremoto de 1692 se produjo, Esteco tenía escasa importancia militar y defensiva. De sus edificios solo quedaron los cimientos. 

Gestación de mitos de Esteco

Los mitos producidos por la imaginería popular alrededor de Esteco fueron incontables, aunque la documentación no coincide exactamente, describiendo una comunidad castigada por calamidades naturales.

El punto de partida de todos los mitos fue su destrucción por un terremoto el 13 de septiembre de 1692, mientras la ciudad de Salta se habría salvado gracias a la invocación de “Nuestra Señora del Milagro”, y al sacar en procesión al “Cristo del Milagro”, un siglo olvidado.

La imaginación popular trastocó el fundamento histórico, como enuncia una copla popular salteña:

“No sigas ese camino / no seas orgulloso y terco / no te vaya a suceder / como a la ciudad de Esteco”; o esa otra: “Salta saltará / Tucumán florecerá / Esteco perecerá”.

Principales mitos de Esteco

Mito de las plagas de Esteco: el obispo Fray Melchor Maldonado de Saavedra sostuvo que Esteco era objeto de la ira divina, atribuyendo a culpas humanas las catástrofes naturales que azotaban el lugar en 1636. Remedando las plagas de Egipto, afirmaría: “bien muestra Dios el enojo que tiene con esta ciudad y en sus castigos la gravedad de las culpas: peste continua, sapos, culebras, tigres, un monte toda la ciudad y los mayores temblores que yo he visto en las Indias”.

Mito de su riqueza fabulosa: opulencia alcanzada por Esteco, la que en corto lapso habría aventajado otras ciudades del Tucumán, debido a la fertilidad de su suelo y a la explotación de los indios encomendados. Se la llamó “Reina de los Chacos”.

Mito del castigo divino: se habló de excesos pecaminosos, vida disipada, vicios y placeres que habrían provocado la ira divina concretada con el cataclismo de 1692. La denominaron “ciudad de la lujuria” oSodoma americana”.

Mito de la mujer de piedra: Una “mujer de piedra” (resabio de la mujer de Lot bíblica) se aparece actualmente a vecinos de Metán o Cachi, mientras cada año registra un avance inexorable hacia la ciudad de Salta. Y a su llegada “se producirá el fin del mundo”. 

El proceso de mitificación

En las sociedades primitivas, el mito era considerado expresión de la verdad absoluta porque refiere una historia sagrada. Siendo real y sagrado, el mito se volvía ejemplar y en consecuencia repetible, sirviendo de modelo y justificación de los actos humanos. El recuerdo de un acontecimiento histórico o un personaje auténtico subsiste pocos siglos en la memoria popular, al funcionar con categorías en vez de acontecimientos, arquetipos en vez de personajes vivos. El personaje es asimilado a su modelo mítico, mientras los acontecimientos se tornan acciones míticas.

Como los sueños, los mitos pueden asimilar características o símbolos de situaciones próximas, análogas. De ahí la confluencia del mito de Esteco con un famoso espejismo: la ciudad de los Césares o equivalentes; ciudades de riqueza fabulosa en la imaginación de los conquistadores.

Además, Esteco y Salta serían las dos caras de una misma moneda, los polos de una contradicción. Porque Salta triunfó por “intersección de la divinidad”, mientras Esteco era “precipitada a su destrucción”.

Entonces, las tradiciones gestadas alrededor de Esteco responden a la categoría de mito, por cumplir sus postulados: poseer idea de la divinidad o de lo sagrado; reactualizar el mito mediante un ritual; y ocupar un tiempo y espacio míticos. La característica más importante es el ritual, porque permite revivir acontecimientos primordiales, aboliendo el tiempo profano y facilitando al hombre su reencuentro con el “gran tiempo” eterno e inmutable.

Eso sucede anualmente cada 13 de septiembre, cuando el pueblo salteño saca en procesión a sus divinidades, y entre cánticos y rezos les agradece su triunfo sobre la naturaleza y “las fuerzas demoníacas” que destruyeron la ciudad de Esteco. Y siempre será así, porque Salta redime sus culpas cada vez que recrea la destrucción de la “infernal” Esteco, negando la posibilidad de su propia devastación por un terremoto. Sólo así el pueblo salteño justifica su existencia y puede sonreir a su futuro…

Autor: Lic. José Oscar Frigerio para revistadehistoria.es

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Mecenas

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Bibliografía sobre Esteco 

José Oscar Frigerio, “Esteco: fatalidad y mito en la conquista del Tucumán”, Todo es Historia, N° 244, Bs. As., octubre de 1987.

Carlos Reyes M. Gajardo, “La ciudad de Esteco y su leyenda”, Univ. Nac. de Tucumán, Fac. de Filosofía y Letras, N° 26, Tucumán, 1968.

Fernando R. Figueroa, “La Mujer de Piedra”, Plus Ultra, Bs. As., 1978.

Maximina Gorostiaga, “El misterio de Esteco”, Ed. El Liberal, Santiago del Estero, 1986.

Teresita Faro de Castaño, “De magia, mitos y arquetipos”, Ed. Univ. Belgrano, Bs. As., 1985.

Raúl J. Usandivaras, “Grupo, pensamiento y mito”, EUDEBA, Bs. As., 1982.

Mircea Eliade, “El mito del eterno retorno”, Alianza Emecé, Madrid, 1984

Mircea Eliade, “Mitos, sueños y misterios”, Fabril Ed., Bs. As., 1961.

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