Revista Cultura y Ocio

Los mitos de la Reconquista y III

Por Cayetano

Los mitos de la Reconquista y III

Ya sólo falta Granada  Estamos a principios del siglo XIV. Jaime I el Conquistador , rey de Aragón, ya se ha hecho dueño de Murcia y de las Baleares y Fernando III, rey de Castilla y León, ha llevado sus fronteras hasta Córdoba y Sevilla. 

La mayor parte del territorio peninsular está ya en manos de los reyes cristianos. 
Tan sólo falta Granada
La reconquista parece llegar a su fin y sin embargo todavía van a pasar casi dos siglos para completarse. 
¿Cómo es esto posible? 
Como dice Jean Descola (*), “guerras civiles, rivalidades dinásticas (…) son las causas de este increíble parón. Los reyes españoles, ocupados en sus discordias o en buscar nuevas alianzas, abandonan por mucho tiempo la Reconquista (…) Y los emires de Granada pudieron así conservar durante siglos un Estado islámico al pie de Sierra Nevada.” 
Lo cual desmonta el mito de la Reconquista como algo prioritario y continuo para los cristianos, deshace la idea de la unión frente al “enemigo musulmán” y nos muestra una vez más que el principal adversario no es el “infiel” sino el de la propia casa. 
El sucesor de Fernando III, su hijo Alfonso X, apodado El Sabio dejó bien patente que las preocupaciones de un rey no eran básicamente luchar a muerte contra los musulmanes, sino componer versos en honor de la Virgen, traducir libros al castellano, rodearse de sabios judíos y musulmanes en Toledo, procurar el entendimiento y las buenas relaciones entre las tres culturas, aficionarse a la astronomía y atender a las querellas e intrigas de palacio, sobre todo a las maquinaciones de su hijo Sancho, ansioso de subirse al trono, cosa que logrará a la muerte de su progenitor.
¿Y Granada? Pues como el fruto, caerá cuando la cosa esté madura. Es decir, cuando los Reyes Católicos aprovechen las disensiones internas de los nazaríes y, valiéndose de su falta de unidad, decidan dar el golpe de gracia.

Cayó pues Granada.

Y Boabdil lloró entonces desconsoladamente como nunca lo había hecho antes.
Cómo reprimir el llanto cuando uno pierde el paraíso. 
Quien visitó la Alhambra y contempló el paisaje granadino sabe lo que digo. 
Tanta belleza. Un placer para los sentidos. 
No en vano, una copla popular dice al respecto:

Dale limosna, mujer.

Que no hay en la vida nada
como la pena  de ser
ciego en Granada.
 _______   (*) Historia de España, Jean Descola. Ed. Juventud. Barcelona, 1974. 

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