Llevamos más de dos años de gobierno infernal con una política inhumana impuesta desde el FMI, la Troika y los poderes económicos internacionales y ejecutada con despiadada determinación por el gobierno de la Unión Europea –es decir, por Merkel- que no está haciendo nada más que desestabilizar países y empobrecer y desquiciar a los ciudadanos. Uno de los países que más está minando las estructuras de derecho y bienestar es, sin duda, el nuestro en el que la tasa de paro ha comenzado 2014 con un 26 % y la población activa cada vez es menor por mucho que digan los botarates que nos gobiernan –es un decir- que la recesión ha acabado y que vamos a crecer ya. Estamos creciendo sí, pero en desigualdad.
Uno se pregunta por qué, siendo todas las medidas impuestas inservibles para solucionar los problemas que ya existían, además de que los han hecho todavía mayores, el gobierno, que tiene capacidad y potestad para hacerlo, asume de una vez por todas las soberanía del estado –ya que nos están gobernado desde fuera- y demuestra que es un estado independiente –¿o acaso no lo es?-, manda a hacer puñetas esta política de austeridad absurda e inútil y comienza a gobernar para que España sea un país democrático y desarrollado de una vez por todas donde los ciudadanos sean lo importante.
En lugar de esto están convirtiendo el país en una ganga para los inversores extranjeros que ven una oportunidad de oro ya que la infravaloración que el Gobierno ha hecho de todo –sobre todo del capital humano- ha puesto a España el cartel de rebajas.
Por todo esto, desde hace ya tiempo estamos viendo movimientos ciudadanos como el 15M, las mareas que luchan por la sanidad, la educación…, plataformas antidesahucios, asociaciones de parados, dependientes, etc. que protestan, luchan, se indignan, se manifiestan, etc. Desde luego que están haciendo un gran esfuerzo y su valor y determinación están fuera de toda duda. Lo que ocurre es que ahora hay que hacerse una pregunta muy sencilla: ¿Están sirviendo para algo? ¿Está dando resultado? Salvo pequeños logros contados casi como excepciones, lo cierto es que no han conseguido nada, bueno algo sí, de otro modo no habrían hecho la ley antiprotesta, al menos incomodan. Pero, ¿por qué no han conseguido nada más? Desde nuestra admiración para todos estos movimientos, creemos que la clave está en que no hacen daño al poder –muy bien blindado- porque no existe un elemento de unión entre todos ellos ni una organización que aglutine a todos en algo más. Se necesita un proyecto político capaz de incidir e influir en las decisiones que se toman en el plano de la política. Si los profesores piden derecho a la educación, los médicos derecho a la sanidad, los parados derecho a un trabajo y los desahuciados derecho a una casa, ¿acaso no estamos todos reclamando derechos constitucionales? Creemos que es hora de hacerlo juntos.
Mientras cada uno siga haciendo la guerra por su cuenta lo único que se nos va a vender como noticia serán cargas policiales, disturbios, conatos de violencia, etc, porque lo que pretenden desde el poder es desprestigiar sus acciones. Por supuesto que no es así, pero los medios están al servicio de quienes les pagan -y no somos los ciudadanos- y cualquier protesta la convierten en un acto violento en contra del sistema. Ya lo hemos visto con Gamonal y otros casos.
Dicho esto, hay que señalar que la protesta, los movimientos ciudadanos y las manifestaciones contra estas injusticias son necesarios, algo casi obligado después de lo que nos están haciendo, el primer paso. Sin embargo es la hora de dar más pasos, el camino es largo y difícil, la necesidad de constituir una asamblea representativa ciudadana que aporte ideas y tenga el respaldo suficiente para hacer política desde dentro es urgente, si no, no cambiaremos nada.