Recuerdo a principios de diciembre del pasado año. Me encontraba cubriendo una protesta de unos opositores a auxiliar administrativo en el Ayuntamiento de Sevilla.
Los convocantes se habían concentrado en la Plaza Nueva a las puertas del consistorio y jaleaban sus consignas en demanda de que se corrigieran lo que entendían como irregularidades en el transcurso de las pruebas.
El día anterior dos trabajadores habían fallecido en Granada como consecuencia de un accidente laboral. A determinada hora de la mañana, una delegación de la Corporación Municipal salió a la escalinata de acceso del Ayuntamiento portando una pancarta en la que se podía leer un lema contra la siniestralidad laboral. La delegación, encabezada por Antonio Rodrigo Torrijos y Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, guardó un minuto de silencio en protesta por las víctimas y por el elevado número de accidentes mortales que sufre la comunidad.
Los opositores, en mi opinión, no supieron respetar lo simbólico del acto y lo boicotearon con sus gritos y consignas, incluso se plantaron delante de la pancarta tratando de taparla para que se vieran sólo sus carteles.
En un momento dado, Torrijos, harto de las imprecaciones que le proferían desde el otro lado de la pancarta, se indignó y reivindicó la memoria de los dos obreros fallecidos, destacando que venían haciendo lo mismo desde hacía dos años.
Me ha venido a la memoria todo esto a cuento de un comentario de un lector de este blog en la entrada “Monteseirín se cubrió de gloria nombrando gerente de Tussam a Arizaga”.
Y no puedo estar más de acuerdo con él. Sería de justicia que esa misma delegación municipal se plantara ahora en las puertas del Ayuntamiento con la misma pancarta en contra de la siniestralidad laboral en memoria de José Luis, cuyo suicidio ha sido declarado por un juez como accidente de trabajo.
Por dignidad y coherencia, porque en una cosa tan seria no debe haber muertos de primera y de segunda clase y porque la memoria reivindicativa nunca puede ser selectiva. Para que demuestren que, como dicen, el Ayuntamiento es la casa de todos.