Revista Cultura y Ocio

Los nativos digitales de Usme

Publicado el 02 abril 2014 por Solano @Solano
Una nueva generación explora cómo aprender a escribir en una tablet. como nosotros aprendimos en un tablero y un cuaderno

Una nueva generación explora cómo aprender a escribir en una tablet. como nosotros aprendimos en un tablero y un cuaderno.

Cuando llegué allá, por la Avenida de los Cerros, desconocida para muchos bogotanos y que es en el sur llamada por ellos mismos como ‘La Circunvalar de los pobres’ el paisaje era verde luego de muchos kilómetros de cemento rudo y gris. Allá, al final del camino conocí a los niños que hoy son protagonistas de uno de los experimentos en educación y uso de las tecnologías más provocadores del mundo: La primera generación de niños y niñas que está aprendiendo a leer y a escribir en tablets.

El ‘pequeño milagro’ se da en la Institución Educativa Nueva Esperanza, en la Bogotá que no suele aparecer en las guías turísticas de la ciudad y a solo ocho cuadras de los límites de la capital. Tan desconocida es esta parte para muchos que el paisaje es verde, rural. La institución queda en el filo de la localidad de Usme, en un rincón urbano que muerde la montaña a tal punto que quedó dependiendo la localidad de San Cristóbal, que en realidad comienza a dos calles. Los niños que asisten a este colegio tienen un paisaje contradictorio. Por un lado está el Mirador Entre Nubes en el barrio Juan Rey desde donde se tiene una de las mejores vistas hacia la Bogotá urbana, laberíntica y lejana; por el otro, hacia el occidente, el mítico relleno sanitario de Doña Juana que hace algunos años se desbordó y creó una recordada emergencia sanitaria.

Allí, Alison Ramírez, de tan solo seis años, es una de las primeras estudiantes de un curso piloto que está haciendo historia. A la par de las formas en que aprende con libros y cuadernos, ella hace parte de la primera generación en el mundo que aprende a leer y a escribir en tablets. Se trata de una pequeña revolución impulsada por profesores de la Universidad Javeriana y por Samsung que ven la oportunidad de que en el futuro los niños puedan tener nuevas competencias desarrolladas a partir de un recurso extra como los dispositivos móviles.

Transformando la realidad
Al saber que de todos los niños que podrían ingresar a educación preescolar en los estratos socio económicos más pobres, solo el 25 por ciento tiene la posibilidad de hacerlo, Samsung enfocó parte de sus esfuerzos en ciudadanía corporativa en cambiar en algo esa realidad. Los niños hacen parte de un programa llamado Smart School que desarrolló Samsung en Colombia desde el año pasado y que la empresa surcoreana ha decidido no solo apoyar sino poner como ejemplo para otras subsidiarias en el mundo. Durante 2013, 217 niños y niñas de colegios públicos de seis localidades diferentes de Bogotá asistieron a al menos una vez a la semana al aula Smart School, especialmente diseñada dentro de las instalaciones de la Universidad Javeriana como un espacio para que los niños puedan interactuar entre sí, con los profesores y con las tablets como instrumentos.

“El tiempo que la escuela gasta en el desarrollo del trazo en preescolar es muy alto. Si el estudiante puede, con pocas instrucciones, ensayar muchas veces en una tablet, este tiempo de aprendizaje podría reducirse enormemente”, explica el profesor Mauricio Pérez, de la Facultad de Educación de la Universidad Javeriana.

Alison fue una de las que desde el primer momento vio la Tablet, la encendió intuitivamente y empezó a jugar con ella.

“El primer día en el aula, los primeros minutos dejamos que interactuaran con las tablets sin ninguna instrucción, se quería que la exploraran y buscaran todas sus posibilidades”, cuenta la profesora Milena León que orienta al grupo de preescolar que toma el programa.

“Una de las cosas más interesantes es que los estudiantes están aprendiendo a capitalizar los errores. En los cuadernos convencionales, los estudiantes tienen un temor a gastar hojas y de ser invalidados por el profesor; con las tablets se gastan trazos sin que el error tenga cargas emocionales”, me contó el profesor Pérez.

Cambia la visión del mundo
Pero el aprendizaje en muchos de los casos no solo se da por interactuar con tablets. La visión de ciudad también ha transformado para muchos de ellos.

“La mayoría de ellos tiene una concepción de ciudad limitada. Conocen barrios como La Victoria o el 20 de Julio (famoso por sus peregrinaciones). Cuando se van a la Javeriana van viendo que la ciudad es más grande, que tiene muchos paisajes diferentes”, dice Hernando Martínez, rector del Colegio.

Los resultados se dan rápidamente. La profesora Milena ha descubierto que el grupo de niños que toma las clases en el Aula Smart School tiene más disposición, concentración e incorpora pequeñas secuencias o articula frases más elaboradas, menos monosilábicas. “Santiago, por ejemplo, era muy disperso en las clases, ahora está más concentrado en las clases”.

Así como Santiago, cada niño está desarrollando cosas que no tenían antes de esta experiencia. Dylan, otro de los niños del grupo, ya no solo ve televisión como su hábito favorito. Ha descubierto que le encanta leer cuentos y esto lo aprendió en las tablets; a Alison le encanta dibujar y mientras conversaba con nosotros descubrió que podía colorear sus dibujos en la Tablet; Kevin sigue fascinado con la idea de poder ver videos educativos en estos dispositivos.

En todos ellos, el cambio es profundo y lo manifiestan con sus nuevas expectativas. Al poder asistir a la Javeriana, a sus apenas seis años de edad, ya saben lo que hace una universidad por la formación. Si antes pensaban ser policías, tenderos o conductores de bus porque eran los únicos referentes que tenían, ahora sueñan con ser desarrolladores de software, animadores, artistas gráficos, productores de televisión y otros oficios que ven alcanzables y estimulantes.

En 2014, 335 niños y niñas de siete localidades serán los que sigan aprovechando este espacio para aprender no solo a leer y a escribir, sino a soñar con un futuro posible, prometedor y alcanzable.

No hay que temerle a estos avances. El PC aún no nos ha quitado poder escribir en un cuaderno o en una servilleta; quizá esta generación tenga ventajas sobre nosotros en muchos aspectos; no valen las miradas apocalípticas que desdigan de este tipo de experimentos. Bienvenido el uso de las tecnologías, siempre y cuando haya sentido crítico.


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