Revista Libros
Zingonia Zingone.Los naufragios del desierto.Vaso Roto. Madrid, 2013.
El principe Khalil
camina los senderos de la noche.
Busca en los ojos tibios
un refugio, un abrazo furtivo.
En un tiempo sin tiempo y en un espacio no real, sino metafórico, que se parece más al territorio del sueño que al de las cartografías, transcurren Los naufragios del desierto, que Zingonia Zingone publica en Vaso Roto.
Encabezadas por tres citas de Omar Khayyam, las tres partes del libro, tres relatos poéticos, componen un tríptico de la soledad, una trilogía del no-lugar en el que el príncipe Khalil, en El oráculo de la rosa, una muchacha (Soraya), en Las campanas de la memoria, y un niño, Bâsim, en Río escondido, huyen del mundo y de sí mismos en el silencio de un eclipse de sol, en una noche oscura que recuerda la de los sufíes o la noche sanjuanista para emprender un doloroso y purificador camino de perfección que culmina en la transformación personal, en la liberación por el amor o la muerte:
Y así Khalil se une al tallo, entrega/su linfa, libre. Nutre/ de toda su existencia/ a su blanca rosa; Soraya abre los ojos/ y le sonríe al viento./ Una luz perfumada / de flores de campo/ llena el espacio/ que el polvo dejó. Y Bâsim sabe que si el río que sale del templo/ da vida a sus áridos márgenes,/ purifica las aguas del mar;/ la Fuente de esa fuente/ fecundará nuestros áridos márgenes,/ sanará nuestros viciadísimos ánimos.
Con la expresión depurada de Zingonia Zingone y la levedad de su palabra de resonancias bíblicas, el viaje y el naufragio, la soledad y el desierto, la identidad y la pérdida, la conciencia del tiempo, la memoria y la búsqueda, la huida del destino en medio de la noche unen los tres itinerarios interiores que articulan el libro, las tres bajadas a los infiernos y las tres redenciones de los protagonistas de estos naufragios.
No parece casual que la peripecia de Soraya sea el centro del libro, porque en él lo femenino, como realidad o como deseo, es el eje de referencia que vincula los textos entre sí y se convierte en el núcleo de sentido de unos poemas en los que la noche solitaria del desierto, la delicadeza verbal y las imágenes establecen su vínculo más profundo con la tradición oriental y con el tono poético de su voz y su mirada.
Santos Domínguez