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Los neonazis que apoyaron a un dictador negro

Publicado el 20 abril 2021 por Pailov7994

Cuando uno aprende superficialmente sobre el régimen del Apartheid en Sudáfrica puede parecer que estamos ante una creación meramente del nacionalismo blanco afrikáner. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja que una lucha entre blancos y negros.

Debe tenerse en cuenta, en primer lugar, la diversidad interna de ambos grupos raciales, e incluso la presencia de un tercer grupo, los joisán, cazadores-recolectores anteriores a las migraciones bantúes. Sin embargo, el aspecto que quiero resaltar en este artículo es que el Apartheid fue una obra no solo de nacionalistas blancos, sino también de nacionalistas negros.

Efectivamente, el régimen establecido a partir de 1948 se basaba en la idea de proporcionar un desarrollo separado a cada uno de los diferentes grupos étnicos que habitaban Sudáfrica, si bien manteniendo la supremacía afrikáner, representada por el Pártido Nacional.

De esta forma, se decidió la creación de una serie de estados, conocidos como bantustantes, que servirían para que cada uno de estos pueblos decidiese sus propios asuntos. Algunos de ellos fueron incluso declarados nominalmente soberanos, si bien estas independencias nunca fueron reconocidas por la comunidad internacional.

En este contexto debe entenderse la declaración de independencia de Bofutatswana en 1977, unos 5 años después de haberse convertido en un territorio autónomo. Este estado se componía de diferentes territorios separados entre sí, situados en la parte norte de Sudáfrica y que sumaban unos 44000 km2.

A través del Acta de Estatus de Bofutatsuana, por tanto, se otorgaba un estado nominalmente independiente al pueblo Tsuana, dirigido por Lucas Mangope, quien fuera líder tribal de la comunidad Bahurutshe. Para justificar la creación del nuevo estado, Mangope aludía a los orígenes míticos del pueblo tsuana, o a la necesidad de avanzar en el desarrollo del país.

Los neonazis que apoyaron a un dictador negro
Sello de Bofutatswana con la efigie de Lucas Mangope

El régimen de Mangope logró poner a los líderes tribales de su parte al convertirlos en miembros del parlamento, con sus correspondientes salarios, y al deponer a aquellos que le fuesen contrarios, poniendo en su lugar a líderes más afines.

Esto no le impidió entrar en conflicto con algunas tribus, especialmente con los Bafokeng, sobre cuyas minas de platino quería tener un mayor control. Esta enemistad llevó incluso a la declaración de independencia bafokeng o a la detención de la esposa del rey de la tribu.

La brutalidad del régimen se demostró claramente con las masacres de burros perpetradas en 1983 en el conjunto de Bofutatswana, sobre todo en los distritos de Kuruman y Tlhaping Tlharo.

La abolición del Apartheid, liderada por el Congreso Nacional Africano, vendría a abolir los estados creados por el régimen, cosa bastante lógica teniendo en cuenta la ideología panafricanista del partido de Mandela. Esto explica porque los nacionalistas zulúes del Inkatha, la extrema derecha blanca y los bantustanes de Bofutatswana y Ciskei se unirían en 1993 para formar el Grupo de Sudafricanos Preocupados, rebautizado más adelante como Alianza Libertad.

En alguna ocasión este grupo llegó a pronosticar una guerra civil si sus intereses eran amenazados. Si bien en general Sudáfrica transicionó hacia el nuevo orden de una forma relativamente pacífica, en Bofutatswana esta curiosa alianza entre nacionalistas blancos y autoridades del bantustán llegarían a protagonizar un episodio violento.

Cuando las autoridades sudafricanas acabaron cediendo a las presiones internas y externas contra el Apartheid, se decidió la convocación de las primeras elecciones multirraciales en Sudáfrica, que se celebrarían en Abril de 1994. Estas elecciones debían celebrarse también en el territorio de Bofutatswana, sin embargo Lucas Mangope se negaba rotundamente a permitir dichos comicios.

El régimen del bantustán acabaría perdiendo el apoyo incluso de sus propias fuerzas de seguridad, quienes se pusieron de parte de los manifestantes que pedían la celebración de las elecciones. De esta forma, a Mangope solo le quedó la opción de recurrir a los militantes del Movimiento de Resistencia Afrikáner.

Los neonazis que apoyaron a un dictador negro
Eugene Terreblanche, líder del Movimiento de Resistencia Afrikáner hasta su muerte en 2010 (Fotografía de Anton Raath, 2004)

El Movimiento de Resistencia Afrikáner, abreviado como AWB, era (Y es) un partido de extrema derecha blanca, radicalmente opuesto al fin del Apartheid. Además, conformaba una estructura paramilitar en la que cada soldado dependía en última instancia de las decisiones del líder del partido, Eugene Terreblanche.

Esta organización contaba con numerosos campos de entrenamiento repartidos por todo el país, donde se formaba a los efectivos en diversas técnicas de combate.

Con este contexto, en Marzo de 1994 cientos de miembros del AWB entraron en territorio de Bofutatswana bajo el liderazgo de Alex Cruywagen, dispuestos a salvar al régimen de Mangope. Entraron en la ciudad de Mafikeng, donde dispararon contra civiles desarmados, causando 42 muertes.

Sin embargo, los recursos militares del AWB poco tenían que hacer frente a los de la policía y el ejército, por lo que una vez que estos fueron llegando para enfrentarse a los ultraderechistas, los paramilitares se retiraron. En medio de esa retirada tres miembros del AWB fueron matados por la policía.

En los territorios adyacentes al bantustán el AWB seguiría acosando a los partidarios del Congreso Nacional Africano y retirando su propaganda electoral con la ayuda de la policía, pero lo cierto es que después de la fallida invasión de Bofutatswana, el público se dio cuenta de que el poder del AWB no era más que una ilusión y el régimen de Mangope fue definitivamente derrocado, siendo el territorio del bantustán integrado en la nueva Sudáfrica y celebrándose las elecciones de 1994.

El régimen de Mangope estaba condenado al fracaso pues, a diferencia del zulú Buthelezi, carecía de apoyo popular, por lo que solo podía recurrir a elementos foráneos para asegurar su continuidad. Sin embargo, este intento desesperado pone de manifiesto la complejidad de la situación étnica y política de Sudáfrica.

BIBLIOGRAFÍA

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