Los niños en las sociedades asimétricas.
En he estado un tiempo sin poder
atender al blog, el trabajo y los viajes me han impedido tomarte tiempo para
reflexionar o aportar ideas relevantes que acontecen en el mundo de la infancia.
Justamente de los viajes a Lima y a Sao Paulo me surge el análisis sobre la
asimetría de las nuevas sociedades del conocimiento. América Latina representa un caso ejemplar de
la inequidad y asimetría con la que se distribuyen los recursos entre la
población, y ello referido a un territorio que basa su economía en los recursos
naturales y dispone de pobres índices de industrialización. Si bien, los recursos
se acumulan en mano de una élite económica y financiera, también es cierto que
surge una nueva clase media brasileña y peruana que está preparada y demanda
prestaciones y servicios de los países desarrollados bajo la nueva visión de la
“cultura mundo” que nos explica Lipovetzki. Y por otra parte, otro porcentaje
elevado de la población soporta la pobreza y la exclusión, especialmente las
etnias indígenas e inmigrantes rurales que se concentran en la periferia de las
capitales. Los entornos de la ciudad de Lima está repleto de asentamientos
precarios que muestrean un escenario social extremo de pobreza y marginalidad.
Las favelas de Sao Paulo no muestran tal deterioro extremo pero igualmente caracterizan
territorios al margen de los derechos humanos. Entre estos grupos sociales
marginados en las grandes capitales americanas del sur, abundan los niños que
soportan carencias extremas, que soportan malnutrición, falta de escolaridad, maltrato,
abandono, uso de drogas, violencia y marginalidad, son niños sin futuros en
sociedad que empiezan a progresar y se dotan de los equipamientos comerciales y
financieros de los países desarrollados. Los “Mall” y los “shopping” de Lima y
Sao Paulo no tienen nada que envidiarle a sus homónimos de Madrid, París o Londres,
incluso posiblemente ganen en tamaño y mercancías. Son sociedades de opulencia
y de extrema pobreza al mismo tiempo, las desigualdades son abultadas y muy
visibles en distancia muy cercana. Las consecuencias inmediatas se transforman
en la violencia de unos y el miedo de otros. Son sociedades que viven en estado
de inseguridad y a la defensiva, los que poseen tienen miedo de la inseguridad,
y los desposeídos, a veces no encuentran más salida a su desesperación que el
robo y la violencia. Son sociedades asimétricas, mientras el viernes por la
tarde el cielo de Sao Paulo se cubre de un ejército de helicópteros que
transportan a los empresarios a sus lugares seguros para evitar el colapso del
tráfico y los riesgos de la inseguridad, los pobres desamparados ocupan los
bancos y los refugios del centro de la ciudad para protegerse de la fría noche
de invierno.
América Latina, en general, representa hoy día una sociedad profundamente asimétrica, apenas existe cohesión social, unos poseen casi todo, y otros apenas nada, aunque con el desarrollo comienza aparecer una clase media activa, preparada e inquieta que se preocupa por la situación creada. Valga de ejemplo sobre la simetría de las sociedades latinoamericanas la noticia que oí en la radio estando allí: “El primer problema de salud pública de Méjico es la obesidad infantil”. Esto es un problema que se reproduce en casi toda América Latina, mientras unos niños sufren la obesidad infantil, en sus sociedades aún hay muchos niños que soportan desnutrición crónica severa. Esta es la gran paradoja de nuestro desarrollo, la pésima distribución que realice de los recursos, ni siquiera para atender las necesidades más básicas del ser humano. Unos tantos y otros absolutamente nada. En estas sociedades se mezclan escenarios de la vanguardia económica y comercial con territorios de exclusión absoluta que apenas han evolucionado desde hace siglos. Y todo ello acontece cuando los países están creciendo por encima del 6 por 100 de su producto interior bruto anual, es decir que gracias a las materias primas, que son distribuidas por las multinacionales y por China, la remesa financiera absoluta es enorme, aunque concentrada en una oligarquía económica ínfima.
La asimetría, las grandes paradojas y la exclusión constituyen las grandes trabas de las sociedades del conocimiento, si el conocimiento y las riquezas generadas no se distribuyen en el conjunto de la sociedad los resultados serán desalentadores y críticos para el bienestar y la seguridad de todos. Este es el gran reto que deberán enfrentar. Brasil lleva años dando pasos avanzados para erradicar la pobreza extrema y promover una mayor cohesión social. El camino es la inversión en educación y salud como fuente de desarrollo futuro.
En este contexto asimétrico los niños son los más perdedores, representan el último escalón del desarrollo humano y soportan sus peores consecuencias. Son los receptores de la violencia, el maltrato, el abandono y las carencias más elementales. Invertir en los niños es recuperar el futuro de sus países, garantizar la educación primaria y secundaria de todos los niños, erradicar la malnutrición infantil y progresar en su salud y bienestar es la ruta a desarrollar. Las sociedad del conocimiento si llegan a ser, tendrán que se simétricas, cohesionadas e inclusiva, si no no llegaremos a verla.
