Revista Diario

Los niños que me enseñaron a amar

Por Emmaamme

El viernes por la tarde llegué a Barcelona después de pasar un mes en Antigua (Guatemala), donde he realizado un voluntariado a través de Cooperatour (agencia de viajes solidarios).

Las letras siempre, siempre, siempre se quedan cortas cuando quieres transmitir una experiencia. Voy a intentarlo (con palabras, imágenes y vídeos), aunque nada de lo que diga-veáis podrá acercarse lo más mínimo a lo que he Sentido estos días allí. Hasta que no lo vives en tus propias carnes, no puedes llegar a saber lo que ES.

En este VIAJE (tanto interior como exterior) he visto muchas MARAVILLAS (naturales y humanas).

He visitado Tikal (uno de los mayores yacimientos arqueológicos y centros urbanos de la civilización maya) donde he dormido dos noches en plena selva, el lago Atitlan (dicen que el más bello del mundo), Monterrico con sus aguas calientes del Pacífico donde participé en la liberación de tortugas marinas y realicé un tour por los manglares al amanecer, presencié la celebración del Día de Todos los Santos en un pueblo cercano donde se pasan el año (tanto niños como adultos) creando unos barriletes preciosos (cometas) que hacen volar ese mismo día para espantar a los ‘malos espíritus’ y que sus ‘muertos’ descansen en Paz…, he subido a una volcán activo llamado Pacaya, he visto desde muy muy cerquita a otro (volcán de Fuego) en erupción (todo un espectáculo de la naturaleza) bajo un cielo inmensamente estrellado y he ‘temblado’ con el terremoto que asoló Nicaragua hace unos días.

GUATEMALA
GUATEMALA

Pero lo más importante son los tres proyectos en los que he participado. Según datos de UNICEF (y que he comprobado in situ), cuatro de cada diez niños y niñas (43.4%) menores de cinco años presenta desnutrición crónica, condición que provoca menos retención escolar, menor productividad, propensión a adquirir enfermedades y hasta pérdida del coeficiente intelectual. Efectos irreversibles durante toda la vida. La desnutrición crónica afecta a ocho de cada diez (80%) de los niños y las niñas indígenas (que son la mayoría).

CASA JACKSON

En teoría, vine únicamente para este proyecto. ‘Casa Jackson’ es un “centro” (en 2014 una inundación causada por las lluvias lo destruyó y se trasladó a un piso con bastantes carencias) que proporciona asistencia sanitaria a unos 12 bebés y niños todos ellos con problemas de desnutrición, con problemas de salud y con discapacidad. Las madres (los que tienen) también pueden quedarse con ellos. Duermen en el suelo, sobre una espuma acolchada bastante vieja, al lado de las cunas metálicas y medio oxidadas donde sus hijos permanecen hasta que se recuperan. Algunas están las 24 horas allí con ellos. Otras, ni aparecen. 

Mi primer impacto. Mis primeros niños. Mi primera apertura de Corazón.

Nacieron en la pobreza, no sólo económica. La desnutrición, anemia, les causa también apatia, depresión, tristeza, que se refleja en sus miradas. A medida que van cogiendo peso, sus ojos empiezan a brillar. Y ellos también. Les cuesta aprender a caminar porque están débiles, no tienen fuerza, llenos de inseguridad, de miedos… Pero son tan lindos. Una sonrisa suya iluminaba todo el lugar y cada poro de mi piel.

Los tres niños de la foto de portada son hermanos. Griselda (la mayor), Enrique y Olga (el bichito). Llegaron a la semana de estar yo allí. Me robaron el corazón. Cuentan… que la policía se los quitó a los padres (supongo que por malos tratos y demás). Los llevaron al hospital en unas condiciones pésimas y servicios sociales nos los derivaron. Griselda llegó con una pierna escayolada. Ella dice que se cayó. Otros, que se lo causó la madre. Aún recuerdo la primera vez que la vi. Sentada en la entrada, en una silla, callada, asustada. Tan bonita… Cuando sus hermanos recuperen el peso se irán a un orfanato.

Luego está Elías, el rey de la casa. Abandonado. Padres alcóholicos. Tiene 3 años pero parece de uno porque nació con deficiencias físicas y cognitivas. Es el que lleva más tiempo. Te mira, te echa besos, te llama mama o papa. Sólo dice esas palabras. Alegre. Travieso. Es la ternura personificada. Hubo un juicio para ver si le daban la custodia a su tía o iba a un orfanato. Ese día, todos nos despedimos de él porque por la tarde se iría ‘con quién la sentencia dijera’. Al día siguiente, seguía allí. Nadie le fue a recoger…. Está ‘en espera’, aunque no sé de qué exactamente. Afortunadamente, no se entera. Allí es feliz. Allí le cuidan. Allí le miman. Allí sí que le quieren.

Tienen muchas necesidades nutricionales pero lo que más reclaman es abrazos, cariño, atención. Y de eso nos encargábamos los voluntarios. De darles todo nuestro AMOR. El piso es muy pequeño, oscuro, con poca luz natural. Les bañábamos, les dábamos el biberón, jugábamos con ellos, les leíamos cuentos. El ESTAR con ellos era nuestra principal función. Para que no se sintieran solos, abandonados de nuevo. Sin nuestra colaboración, estarían todo el día en las cunas. Sin hacer nada. Sin moverse. Sin calor humano. Sin caricias. Sin besos. Sin ‘piel con piel’.

No hay personal suficiente para vigilarlos y darles la atención que requieren.

Cerca de allí, en la ONG a la que pertenece el proyecto, han construido la fachada de lo que será la clínica para ellos (donde podrán acoger hasta 50 bebés). Un lugar en condiciones. Más grande. Con más espacio. Más medios. Pero han tenido que pararlo porque se han quedado sin financiación.

Mientras tanto, allí se quedan. En un ‘zulito’ que para ellos es un palacio. Su Cielo. Donde les respetan, les enseñan, les valoran y, sobretodo, les Aman. Porque es tan fácil amar a esos niños…

CASA JACKSON

PROYECTO PRODESENH (SAN MATEO)

Aquí estuve sólo tres tardes. Suficientes para CREER que el altruismo existe, que hay Ángeles disfrazados de seres humanos que dedican su vida, su casa, lo poco que tienen al servicio de los demás. Es el caso de Judith y Juan. Una pareja, con dos hijas gemelas, que han tenido una vida muy dura y que actualmente acogen en su humilde (muy humilde) hogar a unos 50 niños de la comunidad indígena a la que pertenecen, algunos de ellos huérfanos, en situación de mucha pobreza, y les ayudan dándoles lo necesario, tanto a nivel psicológico como económico para que cada niño pueda terminar la primaria, concienciando a todos ellos (y a los padres que lo permiten) de la importancia de tener una buena educación y a la vez alfabetizarlos.

Una de las principales tareas que realizan es dar refuerzo a los niños de las asignaturas que estudian en la escuela (a los que asisten), dando énfasis en ciertas deficiencias que tienen algunos en temas de ortografía, caligrafía, matemáticas, etc. Otra problemática es que existe un alto absentismo escolar debido a la complicadas situaciones familiares que atraviesan.

Otras de las actividades realmente importantes que se realizan son las motivacionales, actitudinales, de autoestima, etc. Muchos de ellos han perdido a su padre o madre, algunos con familias totalmente desestructuradas, padres alcohólicos… situaciones muy diversas en cada caso que requieren de una atención especializada.

Niños que sueñan con ser pintores, doctores, ‘inventores’. Vacíos de ‘cosas’, llenos de Vida. Con unas ansias de aprender como nunca había visto. Una educación infinita. No se pelean entre ellos. Se ayudan. Se poyan. Se respetan. Se divierten con lo poco que tienen. No se quejan. Lo único que piden es abrazos. Amor. No quieren TENER, quieren SER.

Es increíble la labor que hacen Juan y Judith. Los he visto ‘en acción’ y dan unas lecciones y transmiten unos valores que ya nos gustaría a muchos de nosotros. MAESTROS, de los pies a la cabeza.

Si queréis saber más sobre este proyecto, su historia, fotos, colaborar, realizar donaciones (cualquier ayuda, por mínima que sea, es bien recibida y muy necesaria): 

http://www.prodesenh.org/

Estuve presente en dos despedidas que le hicieron a otros voluntarios que conocí. Acabé emocionada de lo bonito que fue. De la Belleza que se respiraba. Una de las veces, una niña de unos 7 años que estaba sentada a mi lado se me quedó mirando porque yo estaba llorando y me abrazó. Un gesto que lo dice todo. Evidentemente, mis lágrimas salieron con mucha más fuerza en ese momento.

Primero les cantan una canción (atención a la letra de la primera parte) y después cada niño les entrega un dibujo que han hecho especialmente para ellos. A mi me ‘colaron’ en una de las despedidas y ahí salgo. Todo un regalazo para mi Corazón.

Y por último, mi gran ‘sorpresa’, el HOGAR DE NIÑOS ‘Santa María Niña’ DEL HERMANO PEDRO.

A las dos semanas de estar en Antigua, fui a visitar, junto a otros voluntarios, esta obra social. Me habían dicho que era muy duro. Que sales llorando. Que casi nadie quiere hacer voluntariado allí.

Es un centro muy grande que se convierte en un hogar permanente para muchos pacientes, abandonados de la sociedad, que en promedio suman 250 entre niños, jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres, a quienes se les atiende conforme a sus necesidades específicas, brindándoles al mismo tiempo atención médica asistencial, formativa y espiritual.

A patient at Obras Sociales del Hermano Pedro (The Social Work of Brother Peter) Hospital in Antigua, Guatemala. 31 medical groups volunteer their services to Obras Sociales, including the Houston, Texas based organization '

Una de las partes es el Hogar de niños ‘Santa María Niña’, donde se da albergue a niños discapacitados, quienes presentan problemas físicos y mentales, tales como  parálisis cerebral, hidrocefalia, síndrome convulsivo, Espina Bífida, microcefalia, retraso psicomotor, etc. Estos niños necesitan cuidado especial y permanente, son asistidos día y noche, pues no pueden valerse por si solos. La  mayoría son abandonados y se les brinda amor, cariño, medicamentos, cuidados especiales, alimento, vestuario, estimulación, formación, fisioterapia, hidroterapia, órtesis y movilización constante para evitar mayores contracturas musculares.

Es muy impactante. Están todos muy bien atendidos pero hay tantos que el personal sanitario no tiene tiempo para ESTAR, de nuevo, con ellos. La mayoría de los niños pasan el día en las cunas (que parecen jaulas…). No pueden moverse por si mismos y muchos tienen nutrición enteral. Nada más entrar allí, sentí un AMOR enorme, y al acabar la visita me apunté a hacer voluntariado por las tardes. A la Casa Jackson iba por las mañanas (de 8 a 12h) y después al Hogar de niños (de 15 a 17h). Estuve una semana.

Y allí conocí a Carlos (alias Carlitos). 15 años. Parálisis cerebral. Y una mirada tan dulce que me enamoró desde el primer instante. Al llegar, le bajaba de la cuna. Le decía: ¿Vamos de paseo?. Y ya se empezaba a reír. Reía mucho. Se tronchaba sólo. No sé de qué. Ni me importa. Yo me reía con él.

Salíamos de la ‘habitación’ (donde habían otros 40 niños más en la misma situación) y le daba vueltas por un pequeño patio que había al lado. Le encantaba. Les encanta estar en movimiento en la silla de ruedas. Luego, de comer. Allí fuera también. Le gustaba empezar por el postre y coger la comida con la mano (como podía). Yo le ayudaba un poco pero dejaba que lo hiciera solo. Él acababa con las manos y la cara llena de frijoles y yo, más o menos. Pero me daba igual. Él estaba feliz. Eso era lo único que me importaba. Tenía una sonrisa y un rostro preciosos. Me hacía sentir tanta compasión que salía de allí flotando.

Al acabar de comer, tenía que llevarlo a la cuna otra vez. Y me quedaba un rato con él. Me cogía de la mano y no me soltaba. Me apretaba fuerte.  Yo le decía: ¡¡Devuélveme misss dedossss!! Y se reía. Otra vez. Sin parar. De repente, paraba, y su mirada pasaba a ser triste. Y a los dos segundos, volvía a sonreír y reírse de nuevo. Y yo, con él.

No decía nada y lo decía todo a la vez.


Estos son los Niños que me han recordado lo que es el AMOR un poquito más. Y es que el AMOR, o lo vives o lo vives. No se puede leer ni escuchar ni ver. Sólo se puede SENTIR. Y cuando lo haces, lo reConoces. SABES que eso sí que es Amor. Sientes su pureza. Su incondicionalidad. Su perfección. Y ahí no hay juicios, no hay miedos, no hay condenas, no hay discriminación, no hay rechazo, no hay ‘peros’. Sólo una Luz que te envuelve de DENTRO hacia FUERA. Que te llena. Que te expande. Que se cuela por cada rincón de tus sombras y las ilumina, las abraza, las acaricia y las AMA.

Y por muy duro que sea el paisaje, lo único que ven tus ojos es Belleza. De Principio a Fin.

Un Viaje de Regreso a mi Hogar.

♥ GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS niñ@s por enseñarme a AMAR ♥


Archivado en: DIARIO EM: DONDE EL CORAZÓN ME LLEVE Tagged: amor, infancia, voluntariado
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