Hace mucho tiempo que tengo en mi archivo de cosas interesantes un artículo publicado en El Mundo Digital acerca de un estudio que relacionaba la lactancia materna y el comportamiento. Podéis leerlo aquí.
El artículo explica que, tras un estudio de más de 10.000 madres e hijos, se analizó el comportamiento de los pequeños una vez cumplidos los 5 años. Según los resultados obtenidos, los niños alimentados con leche artificial tenían más problemas de comportamiento como ansiedad o hiperactividad, mentían más y tenían peor relación con los padres.
El estudio intenta encontrar las razones de dicha relación. Entre ellas apunta los componentes de la leche materna y el estrecho contacto de la madre con el hijo durante el tiempo que dura la lactancia.
Mi hijo mayor tiene cuatro años, así que aun no puedo saber cómo se comportará con cinco. Tampoco entiendo de ciencia y no sé realmente lo que lleva este brebaje mágico que fabricamos las madres y que a nuestros hijos tanto les gusta. Pero sí que tengo clara una cosa, cuando mis hijos han estado insoportables, ansiosos, nerviosos y se han enganchado al pecho, la cara de calma, paz, felicidad, plenitud, no tenía precio. Cuando Pequeña Foquita se engancha a su Ábrelo, a veces incluso me mira y sonríe.
Creo fervientemente que dar el pecho no es simplemente un acto de alimentación. Es un acto de amor absoluto entre una madre y un hijo. Algo que, no sé si ayudará a hacer de ellos mejores personas en el futuro, pero que en el presente, los hace seres felices. Solamente por ello, vale la pena continuar con la lactancia materna, ¿no os parece?