Acabo de tener un episodio de acúfenos por una otitis serosa bilateral que me ha resuelto magistralmente el Dr. Carlos Magriña, mi ORL de confianza, después de colocarme unos drenajes transtimpánicos. A raíz de esta incómoda situación he revisado un poco si los niños y jóvenes también tienen este síntoma tan molesto y me he llevado una sorpresa. Si se les pregunta, casi un 30% de los niños dicen haberlo padecido y un estudio en niños de 7 años muestra que es más frecuente de lo que se creía.
Los acúfenos o tinnitus es el término médico para describir la percepción de un sonido en los oídos o en la cabeza sin que exista una fuente externa que lo produzca. La sensación de los sonidos se perciben como suaves o fuertes, continuos o pulsátiles y parecen sonar como como silbidos, soplos, rugidos, zumbidos, sibilancias, susurros, ruido de grillos, chirridos, escapes de aire o agua y hasta notas musicales. Su volumen depende del ruido ambiental, es decir se escucha con mayor intensidad en la noche, antes de conciliar el sueño, o en condiciones silenciosas. El ruido se nota en uno o ambos oídos y en la mitad de la cabeza. En muchas ocasiones no se puede averiguar la causa y en otras se relaciona con la pérdida de audición, trauma sonoro por ruidos fuertes, medicamentos, alergias, tumores, problemas cardíacos, anomalías en la articulación temporo-maxilar o las cervicales.
Casi un tercio de la población ha notado en alguna ocasión estos ruidos en el interior de sus oídos, aunque sólo el 6% sufre el problema de forma persistente. El escuchar constantemente ese 'run-run' puede llegar a provocar graves alteraciones psíquicas y molestias importantes en su día a día. La vida cotidiana de estas personas puede verse afectada por trastornos de sueño, estrés, depresión y ansiedad. El momento de ir a dormir, por ejemplo, puede convertirse en el peor del día, debido a que el silencio absoluto en la estancia acentúa la sensación de estar oyendo un siseo.