
Mi sobrina maneja con una facilidad asombrosa mi smartphone con pantalla touch y una tablet de una de mis hermanas. Es tal su destreza que ella sola encuentra los menús, cambia las opciones, abre nuevos programas, etc. No deja de asombrarme lo rápido que aprende a usar la tecnología que tiene en sus manos.
Pero curiosamente esas capacidades digitales quedan atrás cuando pongo en sus manos un celular con teclado físico. Mi sobrina persiste en su afán de tocar la pantalla, no le llama la atención el teclado, razón por la cual alega que el celular no sirve y lo deja a un lado. Es decir, para ella no es una tecnología intuitiva.

Esto contrasta fuertemente con el caso de mi madre, quien prefiere su celular viejito con teclado físico pues no se encuentra cómoda con una pantalla touch. Curiosamente es más complicado de manejar ese teléfono anticuado, que no presenta un sistema intuitivo y todo parece estar complicado a propósito.
Basado en estas observaciones no me queda la menor duda que los primeros años de vida son los mejores para enseñar a usar las nuevas tecnologías a los niños, que aprenden muy rápido ya que sus cerebros son como esponjas que absorben los conocimientos muy fácilmente. Es ahora cuando hay que guiarlos.
Seguramente mi madre tiene la capacidad para aprender a utilizar nuevas tecnologías, pero cuando uno es ya mayor a veces se siente sobrepasado por la tecnología, de ahí la importancia de mantenerse siempre actualizado. No hay que perder tiempo pensando que ya manejamos bien todo, porque siempre surgirán nuevas cosas.
Imágenes: Cibervida y Dicyt
