Anoche y esta mañana disfruté viendo a mis pequeñajos entusiasmados con lo más sencillo. Con 6 y 4 años de vitalidad Duracell ingeniaron una pequeña ciudad de cartón para sus peluches. Varias cajas de zapatos se transformaron de pronto en una tienda, una casa, una “furboneta” y un autobús. Ellos solitos con sus manos fabricaron su sueño. Sin ayuda materna o paterna. Sin tecnología ni botoncitos. Sin televisión encendida como música de fondo. Lo hicieron con mucho entusiasmo y aspavientos. Como hicimos generaciones enteras en los acelerados días de Reyes.
Los acabo de dejar en el cole con la firme promesa de que las cajas seguirán ahí a la vuelta, tal y como las dejaron. Que jueguen a fondo ese sueño. Los días que quieran.
Me gusta, Mundo real