No me he olvidado de vosotros, lo que pasa que el trabajo me ocupaba mucho tiempo y claro, la cosa se ha ido liando, así que no he tenido tiempo para escribir.
Tras esta excusa de mierda…
…puedo decir que me he pasado tres meses ajeno a lo que se cuece en el mundo, y solo ahora, que he vuelto al redil, me estoy poniendo al día.
A ver no me interpretéis mal, hay cosillas que sí me han llegado como que Messi vomita casi tanto como marca o que si en el Facebook le das tu “Me gusta” a la foto de un niño con un tumor en la cabeza del tamaño de un gorro de la guardia británica puedes salvarlo y hacer de la Tierra un lugar mejor, “a better place”.
Pero sin duda, la noticia que más me ha impactado ha sido la muerte de Adolfo Suárez, bueno, la de la muerte y la de la “premuerte” que duró más que una gala de los Oscars presentada por Sánchez Dragó.
Por lo que yo sé ¡Ojo que se va a morir! no es una noticia. Morir nos vamos a morir todos, el hecho noticioso no es ese. Es que está muy mal, se va a morir. Joder, que ya…pues cuando el fatal desenlace ocurra pues me lo cuentas. ¡No me tengáis tres días así, en vilo, que eso crea más tensión que la señorita Fletcher jugando al ¿Quién es quién?
Al final, claro, Suárez murió, y la gente se ha levantado en una oleada de admiración, nostalgia o no se qué que en verdad me conmueve.
A ver seamos sinceros, cada vez que muere alguien es el mismo cuento, que si era muy bueno, que si le retuiteaba a todo el mundo, que rebobinaba las películas…
Cuando me enteré de la muerte (la definitiva) de Suárez, en mi mente apareció como la Guardia Civil (sin aviso, pero por algo) Orzowei. Es verdad, qué queréis que os diga. Una cosa es la Historia, que pone a cada uno en su lugar y te la enseñan en el colegio (después tú ya te enteras de la verdad preguntando), y otra los recuerdos de cada uno.
Cuando Suárez fue elegido presidente por vez primera en 1977, yo carecía de control sobre mi esfínter o mi vientre, y como ahora (pero por motivos muy distintos) tampoco me interesaba mucho la política. En aquel momento mi mayor preocupación no iba más allá de mamar como un descosido de los pechos de mi madre, y eructar a tiempo para quedarme más a gusto que un fraile en una churrasquería.
Poco después, ya algo más crecidito, tenía el suficiente cerebro para ver la televisión (que era la tablet de la época). Solo había dos cadenas: la uno y la dos (no como ahora que no saben que inventarse: ¿TNT? ¿La Sexta 3? ¿Y la Sexta 2 joder?). Recuerdo levantarme los sábados por la mañana, desayunar un zumo de naranja a toda velocidad, sacar mis juguetes y ocupar el salón con indios, vaqueros, el TENTE y todo lo gordo…era entonces cuando en la tele se acababa lo que se daba y comenzaba la sintonía de “Parlamento”.
Parlamento.
Odio esa palabra desde aquella época. A un niño de tres o cuatro años el parlamento le da igual, siempre salían los mismos tíos rancios, que si Carrillo, Suárez, Felipe…así que en cuanto veía los leones asomar por mi caja tonta, cambiaba de canal y ponía Orzowei. Ese sí que era un crack, el primo tonto de Tarzán sí, pero cualquier cosa mejor que la banda aquella…
Con el tiempo uno se informa y se da cuenta de lo importantes que fueron aquellos “señores siempre viejunos” para el devenir de nuestra patria. Entonces claro, hay que mostrar respeto y parece que aquí se muestra de una forma muy particular poniéndole el nombre del finado a todo lo que se menea.
Al parecer quieren cambiarle el nombre a Barajas y que a partir de ahora sea Aeropuerto Adolfo Suárez. ¡Claro, qué bien! Por toda España se presentan propuestas para que Adolfo Suárez tenga una calle en casi cada ciudad. Seguro que ese era su sueño. ¡Esto se nos va de la manos!
Ayer entre a pedir una hamburguesa y cual fue mi sorpresa al comprobar que ya no existe el menu McPollo, ahora hay que pedir un McSuárez o si eres un niño un Happy Adolfo. Pero esto solo acaba de empezar. En el Mercadona, desde ayer Mercasuárez, solo venden cremas exfoliantes con la cara del expresidente, las natillas Adolfo te regalan un póster del político si juntas cuatro envases, condones Transición, lentejas UCD. La lista es interminable… casi todos los productos han cambiado de nombre en homenaje a este hombre, bueno… todo menos los CDS vírgenes que siguen llamándose igual.
Entonces despierto como en las películas…
…empapado en sudor. de golpe, como si tuviese un resorte en la espalda. Me giro y despierto a mi novia que me mira y…¡mierda no es ella!… o sea, sí lo es pero tiene la cara de Adolfo Suárez. Parece sacada de “Le llaman Bodhi”. Me pongo las manos a ambos lados de mis mejillas (Culkin Style) y grito….
Despierto otra vez como en las películas, esta vez parece que es de verdad. Todo está tranquilo…no puedo conciliar el sueño y así se me pasa la noche…dándole vueltas a la figura de este hombre al que no conocí, pero que marcó mi vida. Dicen algunos que Suárez era un tipo conciliador en una época más peligrosa que una polla con espinas…yo la verdad no lo sé, recordad que a mi la Transición me pillo viendo Orzowei en el salón, pero ahí va un mensaje para nuestros “políticos”:
Dejad de ponerle el nombre de este señor a mil y unas calles y hablad un poco más entre vosotros y mucho más con nosotros…paletos. Seguramente eso es lo que querría este hombre.
¡Salud hermanos!
A partir de mañana este blog pasará a llamarse: “Cartas a Adolfo” hasta nueva orden.