Con una brutal ventisca aproximándose, un cazarrecompensas pide ayuda a una diligencia para que le traslade a un lugar seguro. Dentro de la diligencia viaja un hombre que lleva prisionera a la cabecilla de un grupo criminal para presentarla ante la justicia en el pueblo de Red Rock. Debido a la tormenta, se verán obligados a parar en la Mercería de Minnie, un lugar de descanso para viajeros.
Quentin Tarantino, el plagiador/homenajeador más famoso del cine, ha vuelto para presentarnos un western 2.0 que recoge mucho de lo mejor del género pasado por el particular filtro del director. Nos encontramos en esta ocasión ante una película que derrocha buen cine por los cuatro costados y que maravilla durante sus dos primeros tercios e impacta en su excesivo segmento final. Los Odiosos Ocho (The Hateful Eight) se apoya en unos personajes de gran entidad, que no paran de hablar durante todo el metraje. Aquí Tarantino vuelve a demostrar su capacidad para crear diálogos de calidad siempre marcados por un cínico sentido del humor, consiguiendo que la incesante verborrea de sus personajes no sólo no aburra, sino que sea una de los elementos más destacables de la película. A esto ayudan dos factores: primero, la estructura y el desarrollo puramente teatral de la acción, ya que la inmensa mayoría del metraje está rodado en localizaciones interiores (primero la diligencia, después la Mercería de Minnie). Y segundo, una calidad interpretativa extraordinaria.
Me declaro incompetente a la hora de adentrarme en las referencias utilizadas por Tarantino para esta película, aunque es obvia la influencia del spaguetti western y, según tengo entendido, bebe mucho de El gran silencio de Sergio Corbucci, al menos estilísticamente. El temporal y los parajes nevados ya aparecían en esa producción de 1968.
La decisión de Tarantino de rodar en 70 milímetros me parece una sobrada, ya que en pocos sitios se podrá ver en este formato. No cabe duda de que los exteriores ofrecen un marco espectacular, y que el director ha logrado otorgar una gran amplitud a los interiores para que tengamos siempre presentes a la mayor parte de personajes posible. Visualmente, por tanto, me parece fantástica. No puedo dejar de mencionar un diseño de vestuario que está cuidado hasta el más mínimo detalle. Sombreros, pieles, guantes, calzados, todo refleja a la perfección la manera de vestir del lejano oeste y está pensado para trasladar al espectador el frío que desprenden esos parajes nevados y la tremenda ventisca que azota durante toda la película.
La banda sonora, a cargo del mítico Ennio Morricone, ofrece momentos imponentes mezclados con otros que resultan inquietantes. Eso puede ser debido a que, por falta de tiempo, se utilizaron temas descartados del score de La Cosa (John Carpenter, 1982), Tal vez lo menos acertado es la inclusión de un puñado de canciones sueltas que rompen con la partitura que propone Morricone.
Ignoro cuáles son los métodos de Tarantino de cara a sus actores, pero como ha quedado más que demostrado en casi todas sus anteriores películas, funcionan de un modo espectacular. Todos los actores están inmensos en su papel, y todos tienen su momento de lucimiento. Pero quiero destacar sobre el resto el descomunal trabajo de Jennifer Jason Leigh, que ofrece un auténtico recital como la intratable criminal Daisy Domergue. Igualmente sobresalen un Samuel L. Jackson que recuerda a sus mejores interpretaciones, y el desconocido para mí Walton Goggins, una especie de mezcla entre Jim Carrey y el Murdock de El Equipo A que se convierte en una de las grandes revelaciones de la película.
Pero no todo iba a ser bueno. Hay un par de puntos negativos que impiden, con matices, que la película sea redonda. El primero es la duración, y es que 3 horas son muchas para lo que se nos cuenta. Algunas situaciones están más alargadas de lo que sería ideal, y el espectador puede llegar al final exhausto. El otro gran pero es el exagerado tratamiento de la violencia en el tramo final. Para los que estamos acostumbrados a ver truculencia no hay mayor problema, e incluso se agradece que todo se resuelva de una manera tan expeditiva (lo cual emparenta en cierta medida a "Los odiosos ocho" con Reservoir Dogs), pero aún así hay que reconocer que el cambio de tercio es demasiado abrupto con lo que hemos visto hasta ese momento. Esto ahuyentará a mucha gente y estoy seguro de que arreciarán las críticas de gran parte del público. Para más inri, Tarantino inicia este desenlace introduciendo una voz en off que no había hecho acto de presencia anteriormente y que se me antoja totalmente innecesaria.
En definitiva, creo que "Los odiosos ocho" es un tremendo ejercicio de estilo de Quentin Tarantino digno de ser saboreado en pantalla grande. Aunque la parte más violenta puede resultar desmedida para mucha gente, lo contenido de los dos primeros tercios unido a unas interpretaciones fantásticas hacen que su visionado merezca mucho la pena.
Mi nota: 8