Hemos entrado en una etapa de la dictadura de lo políticamente correcto que exige censura y represalias civiles y penales contra quienes exponen ideas que chocan con los sentimientos de cualquier persona o minoría, por irracionales que sean.
Son “los ofendiditos”, gente que se escandaliza por motivos nimios, como le ocurrió a los creadores de esa descripción, el dúo humorístico “Pantomima full”, que recibieron amenazas, algunas de muerte para ellos y sus familias, por unos inocentes chistes sobre gitanos.
Los ofendiditos, acomplejaditos que se agigantan mostrándose indignados, se expresan en los medios sociales y llevan después a las calles sus protestas.
Como sabe Podemos, con tantos desocupados por falta de trabajo o de voluntad de trabajar, y con jubilados buscando entretenimientos, se juntan masas en un plisplás para manifestarse por cualquier causa.
Si usted no usa lenguaje inclusivo y no duplica ellos y ellas, amigos y amigas, vascos y vascas, es usted es un machista y fascista que maltrata a las mujeres.
Y si expone casos de mujeres malas personas –peor si lo hace otra mujer--, merece una acusación pública y ante los jueces por “odio de género”.
Ahora toca denunciar a la Real Academia y situarla ante las iras más agresivas por admitir, sin incluirlo en el Diccionario aún, que “feminazi” puede definir el feminismo radicalizado.
Hasta la paella con chorizo del cocinero televisivo británico Jamie Oliver es un agravio a los valencianos y valencianas y patriotas y patriotos.
Si usted toma poco en serio las ocurrencias de Puigdemont o de Torra, o la ridícula huelga de hambre de tres políticos golpistas catalanes presos, es usted enemigo de Cataluña y un criminal peligroso que debe ser denunciado y encarcelado por un “discurso de odio político”.
Qué latosos son los ofendiditos.
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