Año: 2010
Género: Suspenso/Horror.
País: España.
Duración: 116 minutos.
Dirección: Guillem Morales.
Intérpretes: Belén Rueda, Lluís Homar, Pablo Derqui, Julia Gutiérrez Caba, Joan Dalmau.
"Julia es una mujer que padece una enfermedad degenerativa de la vista y está perdiendo visión progresivamente. Cuando su hermana gemela, Sara, ciega a causa de la misma enfermedad, aparece ahorcada en su casa, Julia se niega a aceptar que se trata de un suicidio y decide investigar por su cuenta lo que ella intuye es un asesinato. Conforme vaya descubriendo la terrible verdad sobre los últimos días de la vida de su hermana, Julia irá adentrándose cada vez más en un mundo de oscuridad, hasta que una serie de inexplicables muertes y desapariciones se crucen en su camino."
Que no tome por sorpresa que, tras el nombre de Guillermo del Toro como productor, y con Belén Rueda al frente como protagonista, el cine de suspenso y terror siga creciendo exponencialmente. En 2007, este particular dúo logró descollar con El Orfanato (reseña) y antes de eso, Del Toro implosionó a medio mundo con El Laberinto del Fauno. El segundo largometraje de Guillem Morales (el primero, sumado a unos cuantos cortos, fue El Habitante Incierto) no le llega a los pies a la película de Del Toro, y apenas alcanza los niveles de El Orfanato, pero es un loable esfuerzo para tender una red de miedo al espectador entre las penumbras.
Julia acaba de perder a su hermana gemela Sara. Aparentemente, todo indica que fue suicidio, pero un par de detalles en la casa al momento de la muerte hacen dudar a Julia de lo contrario: que su hermana fue asesinada vilmente, aunque nadie, ni siquiera su marido Isaac, le crea. Creo que no pasan ni diez minutos del comienzo que el personaje principal se pone en campaña para desentrañar este misterio. Cual Código Da Vinci catalán, Julia sigue rastro por rastro el camino que una misteriosa sombra, que siempre se encuentra un paso adelante de ella.
Siempre, hasta que irreversiblemente el fantasma omnipresente de la ceguera vaya carcomiendo la salud visual de Julia con cada ataque de stress que le ocurra (ataques cada vez más seguidos debido a la tensión a la cual está sometida) Durante esta primera parte del film, el desarrollo es muy interesante e inquietante; además de querer saber la verdad de si fue un suicidio o no, está también la pérdidad de la visión de Julia, un factor que no permite distinguir bien si la verdad saldrá a flote antes de que ella quede ciega...
Hay, sin embargo, una bajada de nivel bastante importante a mitad de la película en donde todo el suspenso que se venía gestando se esfuma poco a poco con un toque de drama para continuar hasta el final con un juego del gato y el ratón sangriento y totalmente innecesario, ya que la película no debería haber virado hacia el horror tan radicalmente. Es como si el director sintiese que su historia no estaba cuajando y al menos le metía con calzador un toque de sangre para los fanáticos.
Mal movimiento, porque estos momentos sangrientos desconfiguran lo que se había armado hasta el momento. Por si fuera poco, hay momentos realmente inverosímiles que involcuran a una nena del barrio y un momento casi al final con la anciana ciega del barrio. Ridículos. Pero esto es como el ying y el yang, porque las dos tienen momentos estúpidos, pero por otro lado, ambas protagonizan sendas imágenes brutales: la una con un cuchillo y una pared, y la otra, con un ojo y una jeringa. Uno es un movimiento tonto por parte del guión, y el otro, es un toque maestro del horror físico.
Para no ser menos, el film de Guillem Morales cuenta con apartados artísticos por sobre la media, al igual que sus congéneres patrios: por el lado del elenco, Belén Rueda sorprende una vez más con un personaje potente, sencillo y muy a tono con este papel de final girl MILF que la destacó en El Orfanato; esta española tiene un nivel fascinante y levanta el nivel de esta propuesta a la estratósfera con cada gesto (y más cuando está ciega). Una lástima que le encorseten remeritas que le traslucen todo; con qué necesidad. Lluís Homar, como siempre, secundario y a buena honra porque siempre cumple con la parte. La revelación acá es Pablo Derqui, espeluznante como el villano de turno, un ser oscuro y triste a partes iguales.
Técnicamente, los españoles tienen la posta. No sé si todos los guiones sean buenos, pero al menos un buen plato para lo ojos te sirven: la fotografía de Los Ojos de Julia es es estupenda, super atmosférica, tenebrosa y oscura, para no perder el toque reflejado en las ideas de la película. El barrio en donde transcurre toda la acción es cerrado e interconectado por patios traseros, y siempre está lloviendo. Ace para los españoles.
Si recién comentaba que Guillem Morales dejaba que desear como guionista, la pasta que le falta en ese aspecto le sobra como director: sabe cómo dirigir a su elenco, y cómo seguirlos a su alrededor con la cámara. La escena inicial, la siento como un robo a The Eye, al menos la versión de 2008 y eso le resta puntitos, pero por ejemplo, la escena del asesino escapando por un pasillo que se va encendiendo a medida que pasa corriendo es perfecta, y los momentos en los cuales tomamos la persona de Julia para ver a través de sus ojos y sentir cómo se deteriora su visión son geniales y te ayudan a comprender un poco más los sentimientos y la espinosa situación de la protagonista. Visualmente, impecable.
Los Ojos de Julia es una gran historia de misterio y suspenso, hasta que decide cambiar de rubro y redireccionarse hacia el horror, terreno en el que zozobra. Puede parecer larga, pero el magnetismo de Belén Rueda y la dirección de Guillem Morales hacen que la película no desbarranque (del todo). Otra buena adición al cine de género español, que se ha convertido en la nueva Francia con respecto al horror.
Calificación: B