Se acerca la estación de las flores, de los colores y aromas.
El frio poco a poco va remitiendo, volverá algunas veces antes de que podamos olvidarnos de él, pero ya va dejando entrever una nueva estación.
El sol ya calienta un poquito más, los domingos se hacen más apetecibles y estar fuera de casa es cada vez más placentero.
Y ahora es cuando mucha gente se acuerda de que tiene un jardín. Porque apetece estar en él, apetece utilizarlo, apetece tomarse un café sentado en un banco con buenas vistas.
Y ahora es cuando la vida de los paisajistas y jardineros se vuelve una verdadera locura.
Ahora todos los que nos llaman tienen prisas. Tienen prisas de que el jardín esté listo para ayer, porque hay que utilizarlo, porque quieren celebrar un cumpleaños de primavera, una comunión, o porque simplemente quieren que el jardín esté reformado para la temporada.
En los casos en que los clientes son groseros con el tema de las prisas, suelo preguntarles desde cuando tienen la casa. Si acaban de comprarla o si ya llevan años viviendo allí.
Hay algunos pocos que realmente acaban de mudarse, pero la gran mayoría lleva viviendo en la casa muchos años, y solamente ahora han tomado la decisión de reformar el jardín. Será por cuestiones económicas o por un consenso familiar, pero ahora es el momento en que deciden que quieren el jardín esplendido ya mismo.
Lo que mucha gente no entiende es que planificar el jardín ideal lleva su tiempo, y que no les ha ocurrido únicamente a ellos que es la época de disfrutar de los espacios exteriores. Mucha gente solo se acuerda que tiene un jardín ahora, cuando aparecen los primeros domingos de buena temperatura.
Así que no es solamente planificar el jardín ideal, es hacerlo para muchísimas personas.
No voy a mentir. Este tipo de cliente me deja triste. ¿Sabes por qué? Porque para ellos es como si el jardín fuera una pieza más de la decoración de la casa. Porque es como si pensaran que nosotros los paisajistas tuviéramos una tienda de jardines perfectos listos para la entrega, y que el primero que llame empezado marzo y meta más prisa, se lleva el más bonito.
Es que no es así amigos, para nada.
Por lo menos en LA PAISAJISTA. Nuestros jardines son únicos, cada uno es distinto del otro y cada uno tiene su historia. Si tuviéramos una receta mágica de jardines o si fuéramos de los que repiten formula una y otra vez, no nos importaría esta locura de demanda que es la primavera. Pero nos gusta hacer las cosas de otra manera, nos gusta sentir cada espacio y diseñarlo a medida para cada familia. No nos gusta simplemente plantar un par de arbolitos, unos rosales y césped. Diseñar un jardín, para un paisajista es mucho más que eso.
A parte, es mucho mas bonito cuando los clientes nos contactan a lo largo del año y cuando comparten nuestra filosofía de que el paisajismo es un arte, que es como pintar un cuadro. Y que para eso hay que inspirarse. Hay que saber esperar el momento adecuado para planificar el proyecto y el momento adecuado para construir y plantar el jardín. Ahora es el momento ideal para empezar estas actividades, la construcción y la plantación, es verdad eso es así… Igual que también es muy buen momento hacerlo desde mediados de septiembre, hasta mediados de noviembre.
Pero siempre y cuando haya una planificación adecuada anteriormente y si las prisas llegan únicamente ahora, es inevitable que algo falle, o la planificación (haciendo que el jardín no tenga el diseño soñado y simplemente sea un arreglo de árboles y parterres) o la ejecución que tendrá que ser durante los meses calurosos y que no son buenos para el resultado final, no son buenos para que las plantas se adapten al nuevo entorno.
Entonces allí es cuando llegamos a un punto fundamental de toda esta cuestión.
Si hay que hacer más jardines en primavera y eso no va a cambiar porque no hay una cultura clara de paisajismo en España, nosotros nos adaptamos y punto. No tendremos vida personal hasta mediados de julio o agosto, que es cuando todo el mundo se olvida de los jardines para acordarse de las vacaciones.
Nos multiplicaremos y haremos nuestro trabajo echando humo, pero encantados porque crear jardines nos apasiona. Lo único que pedimos es que el cliente entienda unas simples cuestiones:
¿Cuánto vale una idea?
¿Cuánto vale el tiempo de los demás?
¿Cuánto vale su preparación?
Porque de los clientes que aparecen por primavera la gran mayoría, no entiende el concepto pagar por el proyecto de paisajismo.
Esperan que les entregues (a toda prisa), una propuesta detallada del jardín, con planos, bocetos, imágenes en 3D y un presupuesto exacto, antes de decidir si te contratan a ti o a “Pepito Jardinero”.
¿Por qué creen que su tiempo vale más que el nuestro? ¿O que nuestro tiempo no vale nada? Que nuestras ideas tenemos que regalarlas para que luego las puedan copiar a coste cero.
Soy bastante irreductible a la hora de explicar cómo trabajamos en LA PAISAJISTA. La experiencia me ha enseñado que hacer favores y no cobrar por el proyecto porque el cliente te cae bien o porque son pocos metros suele resultar bastante doloroso, ya que si tu no valoras tu trabajo, seguramente el cliente tampoco lo hará.
Buscamos fórmulas que funcionen como descontar parte del valor del proyecto una vez se contrate la ejecución de la obra. Para que el cliente se involucre y entienda que este es un trabajo serio. Que nadie debería tener que regalar su tiempo, y si lo hace seguramente pretende recuperarlo de alguna forma en la obra o como sea, ya que nadie trabaja gratis.
El cliente tiene muchas formas de elegir un buen paisajista. Su página web, su experiencia anterior, la toma de contacto. Allí es cuando debes decidir quién quiere que haga el jardín, y no cuando tengas varias propuestas gratuitas en tu mano, ver cuál encaja más a tus gustos y presupuestos. Elige un paisajista, paga por un proyecto, estipula un presupuesto y que ese paisajista te haga el diseño dentro del presupuesto que tú determines. Estas pagando por un proyecto, puedes exigir que sea así.
Y créeme esta es la mejor forma de trabajar. La más limpia y honesta, valorando el tiempo y el trabajo de los demás.
Así que, sí. La primavera tiene olores agridulces para mí.
Es la época más encantadora del año, la más seductora y perfumada, viva y exuberante. Pero también es una época que nos da de lleno con todo. Es cuando tenemos que aprender a reaccionar de forma adecuada incluso cuando alguien con intención de aprovecharse, desvalora nuestro trabajo, diciéndonos que cobrar por un proyecto es un abuso. Y cuando la vida personal deja paso al trabajo arduo e incesante.
Pero un trabajo que nunca va a dejar de llenarnos el alma.
Monique Briones
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