Revista Opinión

Los órganos con alma

Publicado el 25 octubre 2012 por Rgalmazan @RGAlmazan

¡Cuanto daño ha hecho Jesús Hermida! Que si María Teresa Campos, que si Consuelo Berlanga, Nieves Herrero o Irma Soriano. Todas ellas, chicas de Hermida, nacidas de su mano en televisión y que han sido todas, posteriormente, dominadoras de programas rosas, reaccionarios, innecesarios, enajenantes y deseducadores.

Abro con este paréntesis para hablar de unas declaraciones de otra chica Hermida: Mariló Montero, una periodista que presenta La mañana de la 1 y que ayer cerró dicho programa con un monólogo sobre los trasplantes –refiriéndose al criminal de El Salobral—, llegando a decir que los órganos pueden trasplantar el carácter o personalidad de su dueño al trasplantado.

“¿Alguien querría recibir el pulmón, el hígado, el corazón, de otro que ha quitado vidas? ¿Pasa algo por llevar el órgano dentro de ti de alguien que ha matado a otros?”

Se pregunta esta mujer sin recato y sin pensar lo irracional de su pregunta y el daño que puede hacer a los que esperan un trasplante. Entre otras cuestiones, la identidad del dueño de los órganos se mantiene anónima, por lo que sólo se tiene en cuenta la compatibilidad médica entre el órgano y la persona a la que se le trasplanta.

Plantear una pregunta así, puede generar –y así lo ha dicho la Asociación de Trasplantes en su protesta— una desesperanza y dudas sobre las personas que están esperando salvar su vida gracias a un trasplante de un órgano.

Es tremendo que una presentadora diga algo así en una televisión pública, atacando a lo que es nuestro primer activo solidario. Somos los primeros en el mundo en el número de trasplantes realizados y llega la tal Mariló y nos trata de clasificar los órganos en buenos y malos, no en relación con su compatibilidad que es lo justo, sino en relación con el comportamiento del dueño de los órganos. Y se queda tan pancha.

Por cierto, que queriendo rectificar, sigue en sus trece y mantiene esas dudas de si los órganos tienen alma.

Si no fuera porque el tema es sumamente serio, podría ser objeto de chistes y chascarrillos. En fin, una más de una televisión pública que en vez de cumplir una misión social y promotora de actuaciones solidarias, pone rueda en el carro del mayor de nuestros activos: Los trasplantes. Y ella seguirá allí, como si nada hubiera pasado.

Desde luego si yo me viera en la necesidad de que me trasplantasen un órgano, le aseguro, a esta presentadora de tres al cuarto, que lo aceptaría también de ella. Salvo, naturalmente, que se tratase del cerebro.

Salud y República


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