Los padres irresponsables me desconciertan porque tratan a sus hijos como si fuesen un objeto más que hay que tener en casa para completar lo que llaman «familia». Escuché una frase de una recién casada que me dejó atónita: «Lo primero que haremos será tener un hijo y así una cosa que nos quitamos cuanto antes.» No respondí todo lo que pensaba por no armar un escándalo. Tuvieron su hijo «tan deseado» que se convirtió en la culminación de su matrimonio. Este niño pasa todo el tiempo en el colegio, en las actividades extraescolares, en los viajes organizados por los profesores y, durante las vacaciones, en los campamentos sean de invierno o de verano. Sus padres están muy ocupados y como es hijo único mejor que se relacione con otros niños o adultos para que se acostumbre a convivir y a ser independiente. Lo hacen todo por su bien porque, según dicen, es muy introvertido y acepta todo sin quejarse. El cariño no es importante porque como son sus padres, ya sabe que le quieren. No se han percatado de la tristeza y de la soledad que emana su rostro.
Padres irresponsables como éstos, he conocido demasiados sin poder hacer ni comentar nada porque sólo ellos conocen bien a sus hijos y les dan la correcta educación.
¿De veras quieren a sus hijos? ¿Era necesario traerlo al mundo para darle ese trato? ¿Le preguntan si es feliz y si se encuentra bien estando siempre fuera de casa? ¿No les preocupa su silencio?
Cuando observo a estos niños, víctimas de la irresponsabilidad e inhumanidad de sus llamados «padres», me siento impotente por no poder decirles todo lo que se merecen y lo que están haciendo sufrir a su pequeño niño inocente que cada vez será más introvertido y callado porque es el único recurso al que tiene derecho.