Revista Libros
Tres semanas de sangre, sudor y lágrimas es lo que me ha llevado transitar por los desolados páramos de Los pájaros amarillos, roman à clef de Kevin Powers, pese a su brevedad; no por falta de talento de su autor, ¡al contrario!, ni porque las exigencias de comienzo de curso se hayan llevado casi todo mi tiempo, que también. Sucede, más bien, que la brutalidad de los hechos narrados, el descenso a los infiernos de la guerra de Irak del soldado Bartle, y las exigencias de una prosa preñada de metáforas tan audaces como hermosas no conceden ni una pequeña tregua. La guerra, ciertamente, nada tiene que ver con el juego de niños que prefiguran los soldaditos de la elegante portada de la edición de Sexto Piso y que, no hay duda, es el erróneo punto de partida de muchos reclutas, sino que se cobra muy elevados peajes: la libertad, la cordura, la vida... Los pájaros amarillos es el honesto y sincero relato del caos, el azar, la culpa sin redención y poco más es lo que puedo decir para invitarles a que, si se atreven, lean, lean...