A Pablo Iglesias Turrión, ese nuevo gurú que se dice capaz de lograr la cuadratura del círculo de la economía y que detesta la deriva de España hacia la globalización, le han hecho una entrevista de la que le disgustó aparecer retratado con “los pantalones cortos de Alcampo”.
“Los pantalones cortos de Alcampo”, contenían un mensaje políticoque el líder del sorprendente Podemos quería transmitir, puesto que con ellos, y al recordarlos después, demostraba su modestia, ahorro y contención en el gasto: le costaron alrededor de diez euros.
Pero sin quererlo, Iglesias Turrión (PIT) estaba haciendo otra declaración ingenua y poco perspicaz, lo que demuestra que no es tan listo como presume.
Porque aparte de querer que nos fijáramos en lo ahorrador que es, mostraba su apoyo a la deslocalización de empresas, al despido de trabajadores españoles, y a que, a la vez, se explote en condiciones y salarios miserables a los del tercer mundo.
Sólo así las grandes cadenas de hipermercados pueden vender textiles tan baratos.
La falsa modestia de PIT se basa en esos precios debidos al comercio global y a que decenas de miles de personas, porque España estaba plagada de fábricas y artesanos textiles, se hayan quedado sin trabajo.
Y como esas actividades, millares de otras: buena parte de las factorías de todo tipo se ha deslocalizado, y migrado a otros países con ínfimos costes laborales.
Cualquier liberal dirá que así progresa al mundo y que los trabajadores y emprendedores de los países con deslocalizaciones deben buscar nuevas labores.
Pero que quienes predican contra capitalismo y liberalismo sean los primeros en aplicarlos presumiendo de ello es estafar, sobre todo, a los ingenuos electores que no ven más allá que la demagógica moda política de la baratura.
En realidad estos tipos son baratos, como sus pantalones de hipermercado: se compran y venden por un par de euros, como sus cuates venezolanos.
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