Revista Libros
Alguien me ha comentado su extrañeza porque un servidor no se haya pronunciado al respecto. Aunque es público y notorio que el que suscribe no va a romper una lanza en defensa de la integridad de los políticos, lo cierto es que no tengo claro qué pensar al respecto.Por supuesto que no me extrañaría que hubiera contabilidad B en el PP o en cualquier otro partido, ni de que se repartieran incentivos en sobres, incluso en bolsas de basura, pues es de dominio público que los políticos son de los de “haz lo que yo digo, no lo que yo hago”. No obstante, en este caso me extrañó que apareciesen los papeles justo cuando se estaba procesando a su presunto autor, si bien el asunto comenzó a oler verdaderamente mal en el momento en el que Bárcenas desmintió su autoría a destiempo y después de que esta hubiese sido confirmada por varios peritos.Lo que resulta indudable es que, desde que aparecieron los papeles en cuestión, se ha hablado mucho más sobre ellos que sobre la millonada de la que disfrutaba el ex tesorero, que parece haber brotado como champiñones en la oscuridad de sus cuentas suizas.A pesar de todo el revuelo, a mí me preocupa más el dato que se colaba ayer a hurtadillas: el paro subió en enero en más de ciento treinta mil personas, dejando una cifra de casi cinco millones de desempleados. Insisto en que ésta es la mayor tragedia social que recuerda nuestro país desde la postguerra, y no sólo por el problema económico que supone, sino porque un desempleado de larga duración es alguien al que se le está privando del derecho a sentirse una parte útil de la sociedad, y por tanto de parte de su dignidad, y constituye un problema humano de primera índole.Lo peor de todo es que Marianín ha ido a visitar a doña Ángela, la que tiene la sartén por el mango, para pedirle que abandone esta suicida política de recortes y la jefa se ha limitado a despacharle con una tibia promesa de ayudas europeas para el desempleo juvenil, algo equivalente a tratar a un desnutrido terminal con un par de gominolas. Éste es el verdadero papelón de Rajoy, y no unos apuntes contables apócrifos.