Revista Opinión
El PP no deja de recordar, ante los datos del cuarto trimestre, que el paro ha bajado. Dice que hay 535.671 parados menos. Pero lo que realmente ha ocurrido es que la mayoría han abandonado España para probar suerte en el extranjero. Y esa ha sido justamente la bajada del paro: 535.671 personas que, al no ser capaces de encontrar un empleo, han optado por irse a buscarlo al extranjero. Con lo que volvemos a la situación de los años cincuenta o sesenta en la que los jóvenes y los no tan jóvenes, se veían obligados a hacer la maleta y emigrar y eran frecuentes las imágenes de emigrantes con maletas de cartón, partiendo a Europa y América en busca de trabajo y una vida mejor. Este fenómeno, conocido como la 'emigración española', acabó en 1973 y, tras la entrada de España en la Unión Europea y la bonanza económica que la precedió, los emigrantes pasaron a ser cosa del pasado y hubo inmigrantes. España se convirtió en un país con un nivel de vida envidiable que ya no producía emigrantes, sino que acogía inmigrantes. Hoy, tras una grave crisis del paro, volvemos a retroceder varias decenas de años.
Aunque España nunca ha destacado por tener una tasa de desempleo baja, nadie había imaginado que la actual crisis dejaría 5.273.600 parados y que se 'cebaría' especialmente con los jóvenes. El desempleo juvenil en estos momentos ronda el 50%, y si no fuera por la fuerte emigración de la juventud durante los últimos años sería aún peor. Según la prensa europea, alrededor 300.000 jóvenes españoles formados han abandonado el país desde 2008 hasta el 2011, desalentados por la falta de oferta laboral. Según la reforma laboral aprobada por el nuevo gobierno, durante el primer año de contrato las pequeñas y medianas empresas (PYMES) podrán despedir al trabajador sin indemnización ni causa, lo cual supouso abrir más aún las puertas al empleo precario y temporal. Los jóvenes de menos de 25 años, por su falta de experiencia, siguieron así abocados a trabajar por un sueldo bajo o a encadenar prácticas no remuneradas. Los recortes que se han hecho en investigación han convertido lo que antes era una oportunidad para formarse en el extranjero en una obligación y España se enfrenta a una auténtica 'fuga de cerebros' que, sin duda, repercutirá a largo plazo en el país, tanto social como económicamente.
Lo peor de esta situación es no saber cuánto va a durar. La mayoría de los jóvenes que se van lo hacen pensando en trabajar fuera unos años hasta que pase la crisis o al menos su peor parte, para volver a casa y buscar trabajo allí. Lo peor del caso es cuando, cansados y hartos de permanecer fuera sin haber encontrado un trabajo, deciden volver para seguir sin una ocupación remunerada, pero al menos en su propia casa. Por su parte, el Gobierno, que ha si no ha provocado, al menos sí ha propiciado la emigración, se limita a intentar disminuir el número de los parados oficiales, desentendiéndose de los que abandonaron España y sin tomar medidas extremas para solucionar el problema. Por esta misma razón no tiene derecho a decir que el envejecimiento y la falta de natalidad es uno de los mayores problemas que hay, habiendo permitido que las personas en edad fértil sean precarizadas, parcializadas y privadas de medios de ganarse la vida y construir su futuro. Para presionar más y conseguir que baje el paro como lo ha hecho, ha recortado el número de personas que perciben prestaciones y su cuantía. Hasta el extremo de que tres de cada cuatro personas paradas carecen de protección y son 3.252.014 quienes no perciben nada. Y ante esta situación, el Gobierno fuerza a optar por otras salidas como la emigración.