"El vino exalta la voluntad, el hachís la aniquila. El vino es apoyo físico, el hachís es un arma para el suicidio. El vino hace al hombre bueno y sociable. El hachís lo aísla.""Los vicios del hombre, por muy llenos de horror que uno los suponga, encierran la prueba (¡aunque sólo sea en su infinita expansión!) de su afán de infinito; lo que pasa es que se trata de un afán que a menudo se equivoca de camino.""En efecto, todo hombre que no acepte las condiciones de la vida vende su alma. Es fácil comprender la relación que existe entre las creencias satánicas de los poetas y las criaturas vivas que se han consagrado a los excitantes. El hombre ha querido ser dios y, de pronto, ahí lo tenemos, en virtud de una moral incontrolable, caído a un nivel más bajo que el de su naturaleza real. Es un alma que se vende al detall.""Después de todas esas consideraciones es realmente superfluo insistir sobre el carácter inmoral de hachís. Que yo lo compare al suicidio, a un suicidio lento, a un arma siempre ensangrentada y siempre aguzada, ningún espíritu razonable encontrará nada que oponer. Que lo asimile a la magia, a la brujería, las cuales quieren, operando sobre la materia y mediante arcanos cuya falsedad o eficacia nada prueban, conseguir un dominio prohibido al hombre o permitido sólo a quien es considerado digno, ningún alma filosófica lo podrá censurar.""¿Añadiré que el hachís, como todos los placeres solitarios, vuelve al individuo inútil para los hombres y a la sociedad superflua para el individuo, empujándole a admirarse sin cesar a sí mismo y precipitándole día tras día hacia el abismo luminoso donde admira su rostro de Narciso?"
Los paraísos artificiales. Charles Baudelaire. Alianza editorial, 2011