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Resolvemos problemas en base patrones mentales aprendidos y experimentados, de hecho, la intuición podría decirse que se basa en un reconocimiento de patrones con una inmediatez de milésimas de segundo. Esos patrones mentales van oxidándose si no se les añade variantes, y cuando están muy oxidados se vuelven obsoletos. Así, cuando se intenta solucionar problemas con patrones mentales que no están actualizados, se producen los conflictos. Los patrones mentales están compuestos por ideas, sentimientos, creencias, sensaciones, experiencia, razonamientos... que se aúnan como información identificable con la realidad en nuestra conciencia y quedan en el recuerdo como herramientas de soluciones. El cerebro ante situaciones o problemas reales compara con esa base de datos mental semejanzas y localiza los patrones más cercanos y parecidos de resolución de problemas. Después, todo es práctica. Cuanto más se practique la inmediatez es mayor. Si tiramos una pelota al aire e intentamos cogerla, tal vez fallemos una, dos, tres...pero tarde o temprano nuestra mente estructura al cuerpo para cogerla. Después, da igual lo alto que la lances, pues los patrones ya están dispuestos para el reto. Finalmente, es tan fácil, que aburre. Emocionalmente, ocurre algo parecido. Tengan en cuenta que físicamente coger una pelota que se lanza al aire requiere unos cálculos asombrosos y que hacemos de forma sencilla, así la velocidad de lanzamiento, altura, viento si lo hay, potencia, inclinación de caída, etc, etc, pero al fin y al cabo es física, pero las emociones son un laberinto de apreciaciones mucho más complejo que la física, puesto que los problemas emocionales no tienen una base tangible ni practicable, al menos de una forma física, lo que hace que esos patrones mentales de soluciones no sean tan claros. Quien se ha enamorado alguna vez, sabe lo que es el amor, o quien ha sufrido la pérdida de un familiar o amigo. La ausencia de experiencia emocional debilita nuestra base de datos de patrones emocionales que dificultan la superación emocional. Y además, para rizar el rizo, hay patrones mentales positivos y negativos. Pero eso será otra historia.