Revista Coaching

Los pecados de los líderes

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

soberbioPor Luz Fátima Álvarez Zuluaga.

Para que un líder caiga del pedestal en el que cree estar es necesario tan solo que sea evaluado por sus empleados y si cumple con algunas de las condiciones que menciono a continuación, estoy segura que quedaría algo consternado. Es mucho lo que se ha hablado de las cualidades de un buen líder, sin embargo, sus errores permanecen estigmatizados y no hay que olvidar que hablamos de seres humanos con cualidades especiales, pero finalmente humanos. Aquí se señalan algunos desaciertos de los líderes, tal vez encajen en alguno que conozcas:

No acercarse a las personas: bien es cierto que se debe guardar alguna distancia para que no se pierda la perspectiva pero esto no significa actuar como directivo todo el día, un verdadero líder debe sentirse entusiasmado por acercarse a las personas que le rodean sean estas, su equipo de trabajo, clientes, iguales y a tratarlos de una manera personal, mostrando interés por aquello que les acontece.

El señor ocupado: ser líder implica miles de actividades para desarrollar, no obstante, no hay que mostrarse todo el “tiempo sin tiempo”, no significa que se tenga que responder de forma inmediata a los más pequeños detalles, pero si alguien le hace un llamado debe estar dispuesto a atenderlo, escuchar y hablar destinando los minutos necesarios para quien lo requiera, además al delegar no puede ni debe desprenderse de las actividades o tareas reasignadas, debe crear canales para que las personas bajo su tutela puedan llegar a él buscando apoyo, orientación, solución a dudas o simplemente abriendo espacios de expresión.

Subestimar el desarrollo del talento: un líder se preocupa por el crecimiento de la organización al cumplir objetivos, sin embargo, a su cargo se encuentran completos equipos de trabajo en los cuales debe tener la disposición de descubrir los alcances y talentos que inclusive ellos mismos desconocen, debe tener el buen ojo para enfocar el aprendizaje, detectar falencias y orientar a las personas, ayudando a asumir riesgos, potenciando el cambio y logrando el éxito.

Evitar la retroalimentación: los líderes se olvidan de dar reconocimiento a quienes lo merecen, resultando tan negativo como el no mencionar a su grupo de trabajo aquello que se está haciendo mal sin ofrecer la oportunidad de enmendarlo. Si las cosas son positivas las personas deben saberlo para sentirse reconocidas y reconfortadas por el trabajo bien hecho, si el resultado es negativo se debe buscar la raíz y resolverlo de manera efectiva para la compañía y para las personas.

Desconocer las emociones: existen emociones en el ser humano que se manifiestan con gran fuerza, la pérdida, la separación, el fracaso y la desilusión. El verdadero líder debe reconocer que al trabajar con personas la propensión a que alguna de estas se manifieste es alta, debe entonces estar atento a las manifestaciones de las personas que están a su alrededor y brindar las herramientas necesarias para lograr estabilizar nuevamente a quien las demuestra. Se trata simplemente de mostrar interés.

No gestionar el conflicto: un buen líder debe desarrollar la capacidad de reconocerlo y afrontarlo, no hay que hacerse la vista gorda ante las situaciones difíciles y dejarlas pasar como si no significaran nada. El conflicto es un contaminante y como tal debe tratarse buscando una cura inmediata. El premio a esta labor, una atmósfera cálida, un equipo contento y fortalecido y la sensación de confianza para resolverlo todo.

No estimular el atrevimiento: hay que mostrar a los empleados que el “yo puedo” funciona estableciendo metas que sean alcanzables aunque no fáciles, estimulando el cambio y el desarrollo, la capacidad de enfrentarse a nuevos retos y pensar que se va a salir adelante con lo propuesto.

Evitar la motivación: pagar bien el trabajo desarrollado es un deber pero no sólo se debe alimentar el bolsillo, la persona como tal es importante, es decir, existen motivadores como el desarrollar talentos y habilidades, aprender algo nuevo, enfrentar el desafío, el verdadero líder identifica estas variables y las potencializa en sus colaboradores.

Creerse un sabelotodo: sin dar espacio de expresar sus apreciaciones a las personas con las cuales interactúa, de formular ideas o soluciones, creyendo falsamente que la última palabra le pertenece. Creer que todo lo sabe puede cerrar la oportunidad de asombrarse cada día sobre lo nuevo que se puede descubrir.

La soberbia: este es tal vez el pecado más grande de los líderes. Es importante reconocer tanto aciertos como errores y asumirlos con humildad, ver las capacidades que también pueden tener otros, la sencillez y la empatía no van en contravía con las personas.

Si eres un líder y has cometido alguno de estos pecados, tienes la obligación de enmendar tu error o… caerás y podrías quedar solo. ¡Recuerda! estás arriba también porque las personas creen en ti.

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Por Luz Fátima Álvarez Zuluaga.

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