Los pecados de nuestros padres, de Åsa Larsson

T.O.: Fädernas missgärningar, 2021

Editorial: Seix Barral, 2022

Traducción. Pontus Sánchez

Tras recibir una llamada, Ragnhild Pekkari encuentra dos cadáveres, el de su hermano en un sillón y el de un desconocido en un congelador.

Los pecados de nuestros padres es la sexta novela protagonizada por Rebecka Martinsson y Anna-Maria Mella, publicada nueve años después que la anterior y, según la nota final de la autora, quizá la última.

El comienzo resulta interesante, y misterioso, con distintos puntos de vista y en diferentes épocas, personajes interesantes y carismáticos (Ragnhild Pekkari) y dos crímenes que, se espera, se comprobarán relacionados pese a la distancia (60 años) entre uno y otro.

Las relaciones personales ocupan buena parte de la novela, entre las que se incluyen tanto romances, con sus correspondientes escenas eróticas que no acaban de parecer integradas en la historia, como enfrentamientos, equívocos y problemas emocionales, en especial los de Ragnhild y Rebecka.

Aunque Rebecka y Anna-Maria son los personajes habituales, en esta ocasión enfrentadas por un equívoco, la verdadera protagonista es Ragnhild, que empieza la novela con intenciones suicidas y poco a poco, tras conocer ar Börje Ström, evoluciona hacia otros intereses.

Es la pareja quien ocupa la mayor parte de la obra, con pasajes de interés irregular, siendo más aburridos los dedicados a la infancia y juventud de Börje, en especial a su faceta como boxeador, un enorme pegote redactado en un tono monótono y explicativo, de la forma más larga y anodina posible. Lo peor es que, aparte del relato de la desaparición de su padre, el cadáver del congelador, poco tiene que ver con el misterio y su resolución.

La autora aprovecha la investigación de los crímenes para tratar otros temas, como las relaciones familiares, la prostitución, el crimen organizado o la corrupción, con interés desigual, y no siempre bien integrados en la historia principal, dando la impresión de que ha querido abarcar tanto que nada acaba de funcionar.

Quizá entre lo más interesante se encuentre la descripción de lo que ocurre en la propia ciudad, Kiruna, en pleno proceso de demolición y traslado para dejar espacio a la mina que se encuentra bajo ella, y el modo de vida en un lugar siempre frío y nevado.

En resumen, Los pecados de nuestros padres es una novela irregular, a ratos entretenida, otros aburrida, con exceso de páginas y subtramas que aportan poco o nada a la trama principal.

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