El tiempo afianza ciertas tradiciones, las olvida y las vuelve a resucitar con más fuerza como símbolo de identidad de una región, me gusta cuando la historia nos permite disfrutar de una práctica centenaria que revive el pasado y otorga cultura y unidad a un pueblo. Así ocurre con los pendones leoneses, que cada vez con más frecuencia recorren la provincia y alegran el paisaje con sus vivos colores.
Los pendones ondeando frente a San Marcos, en León, el día de San Froilán. Foto: Sara Gordón
Los pendones son estandartes, banderas o insignias que surgieron en la edad media para poder distinguir a los caballeros que luchaban en las cruzadas. Imaginar una batalla de entonces con la gente amontonada, perdida, sin conocer las caras de los enemigos ni de muchos aliados (sin facebook, ni televisión, la mayor parte de las veces conocían la cara del rey por las monedas y ya)… Debía ser un caos total y para poner un poco de orden surgieron los pendones distintivos de cada caballero. Al ver elevarse y ondear al viento su bandera los soldados sabían donde agruparse y contra quien luchar. De esta práctica utilizada durante la reconquista surgieron los pendones leones.
La plaza mayor de León el día de San Froilán se llena de pendones por lo que ostenta el record guiness en concentración de enseñas. Foto: Sara Gordón
Cuando las guerras terminaron estas banderas perdieron su connotación militar y pasaron a ser un símbolo civil. Comenzaron a ganar popularidad como cabeza de procesiones religiosas, a bailarse en fiestas populares o manifestaciones folklóricas afianzándose en el imaginario popular.
Las fiestas populares se convirtieron en el lugar donde los pendones cobraban protagonismo. Foto: Sara Gordón
Antiguamente todos los pueblos de la provincia de León tuvieron uno, se cree que existieron 1300 pendones de los cuales se conservan en perfecto estado 400, muchos están siendo restaurados y otros reemplazados por nuevos ya que los originales no se conservan. Cuando la tradición cayó en desuso los pendones esperaron en alguna habitación oscura de las iglesias de los pueblos el paso lento de los años hasta que alguno volviera a acordarse de ellos. Ahora en muchas celebraciones populares se pasean con orgullo siendo sus colores parte de la identidad de cada lugar.
El alzamiento. Foto: Sara Gordón
El día de San Froilán los pendones de la provincia se reúnen en León y decoran las calles con su folclore y colorido. El color que más destaca es el rojo carmesí que identifica al Reino de León pero el verde y el morado también abundan creando una amalgama de colores. Se dice que los pendones se bailan y que se necesita de mucha destreza para ello, hay que tener en cuenta que algunos mástiles son de hasta trece metros de largo y su peso oscila entre los 15 y los 35 kilos. El pendonero es ayudado por los remeros que manejan las dos cuerdas (remos) que están fijadas en la cima del mástil donde además suele haber un ramo vegetal o una cruz. Así el portador del pendón salta y mueve su cuerpo al compás del frágil equilibrio del estandarte que controla cada movimiento.
Pasado y presente se unen en las tradiciones. Foto: Sara Gordón
Una tradición rescatada del olvido y que cobra cada año más protagonismo en las fiestas populares de la provincia de León.