Revista Comunicación
Romane Gueret y Lise Akoka debutan como directoras con el largometraje Los peores (2022), estrenado directamente en Movistar Plus. La propuesta de la película parte de un tema social: el retrato de un barrio desfavorecido de París, en este caso, la barriada de Picasso, epicentro de los disturbios de 2023. Esa película ya la hemos visto antes, casi siempre con un rabioso estilo documental, nos muestra a los desfavorecidos, sobre todo a mujeres y niños, haciendo hincapié en problemas como la inmigración y las diferencias culturales. El giro que Gueret y Akoka le dan a su película, para alejarse de esto, consiste en que la historia de los personajes de este barrio se cuenta a través del rodaje de una película que es, precisamente, esa cinta de tintes sociales que ya hemos visto en repetidas ocasiones. El doble juego entre el realismo y la ficción que proponen las directoras es complicado: exige hacer creíbles a los actores como personas reales que intentan interpretar delante de una cámara de cine a personajes de ficción que los reflejen. Esto desnuda los mecanismos de la ficción para fabricar una supuesta realidad dentro de la pantalla. ¿Qué hay de verdadero en la primera escena que nos muestran de un niño, Ryan (Timéo Mahaut), entrando en su casa, para encontrarse con su madre adolescente, Lily (Mallory Wanecque)? Lo que vemos es el hogar de una familia sumida en el caos, en el desorden y la suciedad, pero no sabemos si esa imagen refleja la realidad o es, en el fondo, un cliché, aunque más tarde se nos diga que la casa pertenece realmente a los padres de una de las actrices naturales (Mélina Vanderplancke) que participan en el rodaje. El proceso de dramatización al que se someten los jóvenes y niños para interpretar papeles parecidos a sus propias vidas revela sus conflictos y las dinámicas de su día a día: sus miedos con respecto a su futuro, su papel dentro del grupo social al que pertenecen, sus dudas con respecto al amor y al sexo, sus tremendos problemas familiares. De hecho, el casting que se ha realizado para la película ha consistido en elegir, se nos dice, a los 'peores' del barrio, a los más conflictivos. Al mismo tiempo, la excusa del rodaje de la película permite establecer un interesante contraste entre los desfavorecidos y los privilegiados del equipo técnico, sobre todo el director, Gabriel (Johan Heldenbergh) cuya figura queda cuestionada. ¿Se justifica defender apasionadamente un compromiso artístico cuando se está delante de problemáticas sociales mucho más importantes? El director hace un esfuerzo tremendo por sacar 'verdad' de actores y situaciones reales, que se empeña en convertir en ficción, en lugar de reflejarlas directamente, tal como son. A la película le falta músculo dramático y desarrollar más y mejor a los tres personajes principales, Ryan, Lily y Gabriel. Sin embargo, los actores que interpretan a los dos primeros personajes mencionados, son lo mejor de la película. El pequeño Mahaut tiene una fuerza incontenible, es imposible ser más natural, y ese plano que cierra la película, en el que este actor infantil consigue transmitir todos los conflictos de su personaje, eleva el film por encima de sus defectos.