La palabra “éxito” puede resultar abrumadora.
Muchas personas equiparan el éxito con ganar un sueldazo, hacerse famoso o alcanzar una meta aparentemente insuperable. Pero, ¿y si ganas mucho dinero pero odias tu trabajo? Tienes éxito de cara a los demás, pero quizá sientas que tu vida es un fracaso.
Olvidamos que el éxito personal es precisamente eso – personal.
Además, cualquier gran logro o éxito habitualmente es el resultado de muchos logros y éxitos más pequeños que a menudo pasan desapercibidos, hasta que cruzas esa gran meta que también ven los demás. Nadie ve las penurias por las que pasa el corredor de fondo, entrenando a diario durante meses, superando lesiones y agotamiento antes de poder llegar al final del maratón. Tú eres el único o la única que sabe lo que te costó superar tus inseguridades, vencer el miedo a la página en blanco y seguir escribiendo durante años – los demás verán el libro publicado y quizá exclamen “¡Vaya suerte la tuya!”
Hemos de ser nuestros propios animadores y tenemos que celebrar nuestros logros incluso cuando nadie más lo hace. Hemos de reconocer nuestros éxitos, pequeños o grandes, porque todos cuentan.
Sabemos lo que es el éxito visto desde fuera, pero así puede ser, desde dentro:
- Enfrentar un problema en lugar de huir de él
- Hacer algo que te aterra
- Volver a enviar un cuento a un concurso o publicación después de que te lo han rechazado veinte veces
- Ser una roca para tus hijos incluso cuando el dinero escasea y la vida es dura de pelar
- Salir a correr cuando lo que te apetece es tumbarte delante del televisor y comer pasteles
- Hacer un presupuesto familiar y seguirlo
- Levantarte de la cama cuando tienes depresión
- Dime tú …
Ser tu propio animador te convierte en un éxito instantáneo. Sólo tú lo sabes ahora, pero a la larga, los demás también verán los frutos.
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